La Habana volvió a ser escenario de otro trágico accidente de tránsito, esta vez con consecuencias fatales que han estremecido tanto a cubanos como a visitantes extranjeros. Al menos tres personas perdieron la vida, entre ellas dos jóvenes reclutas del Servicio Militar Obligatorio y un turista internacional, tras un aparatoso choque ocurrido en el conocido Primer Anillo, cerca del Combinado del Este.
Un jeep militar ruso tipo Wuat, propiedad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), terminó fuera de control, presuntamente por el estallido de una goma, impactando de frente contra un taxi Mercedes que transportaba al turista extranjero. El foráneo falleció en el acto, víctima de un choque brutal del que, como es costumbre en la Cuba oficialista, apenas se ha divulgado información clara.
El régimen calla, pero las redes hablan
En medio del habitual silencio de las autoridades, fueron los internautas quienes dieron la voz de alerta. Según publicaciones en redes sociales, el conductor del taxi –conocido como “Titico”, natural de Varadero y con más de dos décadas al volante– fue trasladado en estado crítico al Hospital Naval. Amigos y allegados aseguraron que el turista fallecido era cliente habitual de Titico, lo cual hace la pérdida aún más desgarradora.
En el jeep militar viajaban varios jóvenes soldados, reclutados a la fuerza por un régimen que los convierte en piezas de una maquinaria sin escrúpulos. Dos de ellos murieron en el acto: uno era oriundo de Palma Soriano, Santiago de Cuba, de apenas 19 años; el otro procedía de Camagüey. El sepelio del muchacho santiaguero tuvo lugar este lunes 21 de julio, según informó en Facebook el usuario Alexander Ríos Cruz.
Aunque aún sin confirmación oficial –otro clásico del castrismo–, se comenta que otros tres reclutas viajaban también en el vehículo y se encuentran gravemente heridos. Como siempre, el Estado se esconde detrás del secretismo mientras las familias lloran en silencio.
Velocidad, negligencia y opacidad: el cóctel mortal
Un reporte del portal independiente CubaHerald reveló que el exceso de velocidad fue un factor clave en la tragedia. Al parecer, uno de los conductores superó los límites permitidos, lo que hizo imposible evitar el choque en una zona de alto riesgo como es el área cercana a las «Seis Vías» y «El Repollo», próxima al acceso del Combinado del Este.
Las imágenes que circulan en redes sociales son estremecedoras: los restos retorcidos de ambos vehículos, la presencia masiva de militares y una escena que pone en evidencia la desidia institucional. ¿Dónde están los controles técnicos para los carros del Estado? ¿Quién responde por la seguridad de esos jóvenes enviados a cumplir servicio obligatorio sin más protección que la suerte?
Un segundo accidente y el fuego de la indignación
Como si fuera poco, ese mismo día se reportó otro accidente en la llamada Ocho Vías, también en Guanabacoa. En esta ocasión, un taxi de Cubataxi terminó envuelto en llamas tras chocar con otro carro ruso tipo UAZ. Las causas aún no están claras, pero el escenario fue igual de caótico y alarmante.
Las imágenes compartidas por el usuario Alexander Ríos Cruz muestran un taxi amarillo calcinado y un vehículo militar completamente volcado. Los daños materiales son considerables y la circulación quedó restringida, mientras bomberos, médicos y agentes del tránsito trataban de poner orden en medio del desastre.
El pueblo exige respuestas, pero el régimen se esconde
Ambos incidentes han desatado una ola de indignación en redes sociales. Muchos cubanos reclaman mayor transparencia y mejores condiciones para los jóvenes que son obligados a cumplir con el Servicio Militar en medio de una crisis sin precedentes. También se critica el uso irresponsable de vehículos estatales en pésimo estado técnico, convertidos en verdaderas bombas de tiempo sobre el asfalto.
Mientras tanto, las autoridades siguen sin ofrecer una versión oficial detallada ni asumir responsabilidad alguna, como si la vida de esos jóvenes y del turista fueran simplemente daños colaterales de su incompetencia.
Una vez más, la verdad se cuela por las grietas del control estatal, gracias a los cubanos que no se resignan al silencio y denuncian, cámara en mano, los horrores de una realidad que el régimen intenta esconder debajo de la alfombra.