El pasaporte cubano, ese librito rojo que más parece una cadena que una llave al mundo, vuelve a ocupar uno de los últimos escalones en el Índice de Pasaportes Henley, una lista que mide cuántos destinos se pueden visitar sin necesidad de visa. Según la actualización publicada este martes, Cuba cae al puesto 76 de 99, con acceso libre solo a 60 países. Un desastre diplomático que nos coloca al nivel de lugares como Haití, Libia o Corea del Norte. Así mismo, sin anestesia.
Mientras potencias asiáticas como Singapur lideran el ranking con libre acceso a 193 destinos, el pasaporte cubano está hundido en la cola, más de 130 países por debajo. Y la comparación duele aún más cuando se mira hacia América Latina: Chile está en el puesto 14, Brasil y Argentina en el 16, y hasta México nos saca una milla en el lugar 22. Nosotros, en cambio, seguimos estancados, presos de una política exterior que no abre puertas, sino que las cierra con cerrojo y doble vuelta.
Este desastroso desempeño no es casualidad. Es la consecuencia directa de un régimen que ha convertido la movilidad internacional en un privilegio, no en un derecho. El informe de Henley lo dice sin rodeos: la posición de Cuba refleja el aislamiento diplomático, la falta de acuerdos de reciprocidad y la desconfianza mundial ante el riesgo migratorio y político que representa el país. Y es que cuando un Estado te convierte en sospechoso solo por querer salir a conocer el mundo, algo está muy podrido.
A diferencia de otros gobiernos de la región que han apostado por la diplomacia activa y la apertura, el castrismo mantiene su eterna política de cerco, tanto hacia sus ciudadanos como hacia los extranjeros que osen visitar la isla. Ni dentro ni fuera hay respiro.
Christian H. Kaelin, presidente de Henley & Partners y creador del índice, lo resume clarito: “Los países más integrados al mundo suben en el ranking. Los que se aíslan, lo pagan con pasaportes inútiles”. No hace falta leer entre líneas.
Desde 2006, la media global de destinos accesibles sin visa subió de 58 a 109. Pero en Cuba, esa mejoría no se nota ni por casualidad. Los cubanos siguen enfrentando más trabas que nunca para viajar, desde entrevistas eternas en embajadas hasta negativas sin explicación. Y todo esto, mientras el resto del mundo avanza.
El informe advierte que más de 80 pasaportes han mejorado su posición en la última década. Solo 16 han ido para atrás. ¿Adivina quiénes están entre esos pocos? Cuba, Venezuela y Haití. Vaya trío.
Mientras no haya un giro real en la política exterior cubana, mientras no se apueste por abrir en vez de controlar, el pasaporte de la isla seguirá siendo un símbolo del encierro, no del viaje. Un reflejo más de cómo el régimen le ha robado a su gente incluso el derecho de soñar con otros horizontes.