En medio del calor sofocante y los eternos apagones que asfixian a la isla, el reguetonero Jorge Junior soltó tremenda bomba en redes. Cansado de la falta de electricidad en La Habana, el líder del grupo Los 4 dijo lo que muchos cubanos piensan, pero pocos se atreven a gritar.
“Coño Renté, o como te llames, me la quitas cinco veces en el día sin avisar… Tengo una chama de 9 meses y unos equipos de grabación que cuestan el ojo de la cara”, soltó en su Facebook, apuntando directo contra la termoeléctrica de Santiago de Cuba. Aunque su crítica no fue abiertamente contra el régimen, su tono dejó ver un hartazgo profundo y creciente.
Pero claro, en un país donde decir la verdad molesta más que mentir, no tardó en salir al ruedo el defensor del castrismo musical: Cándido Fabré, el mismo que alguna vez dijo que los apagones eran “positivos”. El “León de Oriente” no aguantó la pataleta y, como buen vocero de la narrativa oficial, le echó la culpa al “bloqueo yanqui”, como si el pueblo no supiera ya quiénes son los verdaderos culpables del desastre.
Desde la comodidad de su fidelismo, Fabré publicó en el perfil de CubaSí, una suerte de sermón épico: “Aquí las peleas son de campana a campana, con un enemigo implacable como el bloqueo. Los apagones golpean con fuerza continua”. Todo un poema cargado de demagogia, como si el pueblo no estuviera ya reventado de excusas y discursos reciclados.
Mientras Jorge Jr. deja ver su molestia, sin llegar a acusar de frente al régimen, Fabré intenta convertir la miseria en heroicidad. Se planta como un mártir en Granma, asegurando que no tirará “la toalla”, aunque en sus palabras se le nota el guión bien aprendido del oficialismo.
Y como era de esperarse, los medios controlados por el régimen aplaudieron la jugada. Usuarios afines al sistema inundaron los comentarios con frases patrioteras como “Eres del pueblo” y “Por Cuba siempre”, cuando en realidad lo que están defendiendo es la inercia de un gobierno incapaz de garantizar ni lo básico.
Lo cierto es que esta bronca entre artistas refleja una verdad incómoda: hasta los que antes callaban o fingían lealtad, ahora se atreven a asomar el hocico. La olla de presión está a punto de estallar y ni los reguetoneros pueden ocultar el olor a descomposición que emana del sistema.
Jorge Jr., aunque tibio, al menos hizo eco de la molestia del cubano de a pie. Fabré, en cambio, prefirió seguir bailando con la orquesta del Titanic, repitiendo la misma cantaleta del “bloqueo” mientras el país se cae a pedazos.
Los apagones siguen, el pueblo aguanta lo que puede, y la grieta entre los artistas y el régimen se ensancha cada día más. Ya no basta con cantar loas a los “héroes y mártires”. El pueblo quiere respuestas, no consignas. Y esa, mi hermano, ni el más afinado de los coros revolucionarios la puede tapar.