En medio del eterno tira y jala entre los artistas cubanos y la política, el reguetonero Dany Ome se metió en candela. ¿La razón? Su reciente viaje a Cuba acompañado del también cantante Kevincito el 13, una movida que ha encendido las alarmas entre quienes vigilan los vínculos con el aparato represivo del régimen.
El presentador Alexander Otaola, conocido por no tener pelos en la lengua, salió con todo en sus redes y anunció que ya inició el proceso para retirarle la ciudadanía estadounidense a Dany Ome. Según explicó, este viaje no fue cualquier paseíto a ver a la familia. Lo que está en juego aquí es una supuesta colaboración con entidades estatales del régimen incluidas en la lista negra de la OFAC, algo que no se toma a la ligera en Estados Unidos.
Otaola dejó claro que si los artistas se presentaron en espacios controlados por el conglomerado militar GAESA, como Palco S.A. o Cubiza, podrían haber metido la pata hasta el fondo. “La OFAC puede clavar multas de hasta 350 mil dólares por cada violación comprobada”, advirtió desde su programa, sin titubeos.
Pero Otaola no se quedó solo en la crítica a los músicos. También lanzó un dardo directo a la comunidad cubana en el exilio, a la que acusó de mirar para otro lado mientras estas cosas siguen pasando. “La presión ciudadana es vital; si no denunciamos, las instituciones no se mueven”, dijo con su tono habitual de urgencia. En ese sentido, mencionó a Cuba Demanda, una organización que, junto a activistas como Santiago Alpízar, se dedica a vigilar y documentar estas violaciones.
La polémica subió de nivel cuando trascendió que la gira de Dany Ome y Kevincito fue organizada por una empresa privada registrada en Cuba, supuestamente vinculada a un empresario conocido como “El Puma”. Aunque no se soltó el nombre exacto de la entidad, en Cuba todo el mundo sabe que lo privado casi siempre tiene un cordón umbilical con el Estado.
Uno de los escenarios del tour habría sido Palco S.A., una de esas empresas estatales que, aunque se vendan como inofensivas, son piezas claves del engranaje económico del régimen. Desde julio de 2025, esta compañía cobra en dólares a través de su inmobiliaria Cubiza, en un esquema que está más que aprobado por la dictadura. Es decir, cada concierto en esos espacios termina alimentando las arcas del poder militar cubano.
En ese contexto, la participación de artistas con ciudadanía estadounidense en estas actividades representa una violación directa de la ley federal. Y no solo eso: es una falta moral de peso para quienes, desde la diáspora, siguen lucrando con un sistema que reprime y hambrea a su propio pueblo.
Las redes se calentaron con la denuncia. Una encuesta de Tiffany Record TV mostró que el 67 % apoya la movida de Otaola, mientras un 18 % cree que es puro show. Pero más allá de las opiniones divididas, lo cierto es que este caso ha vuelto a abrir la caja de Pandora sobre los lazos sucios entre la cultura y el castrismo.
Hasta ahora, ni Dany Ome ni Kevincito el 13 han salido a dar la cara. Tampoco se sabe si la OFAC ya está investigando el asunto formalmente. Lo que sí está claro es que, en esta novela, la música no suena tan limpia cuando el escenario lo monta el régimen.