Una ola de cariño y nostalgia se desató en redes sociales tras la publicación de unas fotos que muestran a Coralita Veloz, ícono indiscutible del arte cubano, disfrutando de un paseo en barco junto a sus hijas y nietos, en un reencuentro familiar que ha tocado el corazón de muchos.
Las imágenes, compartidas por el proyecto digital La Casa de Maka, captaron momentos de pura ternura y alegría: risas espontáneas, abrazos sinceros y paisajes de ensueño en medio del mar Caribe. Para quienes siguen de cerca la trayectoria de estas mujeres, fue como ver una postal viva de lo que representa la unión familiar… algo que, para muchos cubanos dentro de la Isla, se ha vuelto casi un lujo.
Junto a Coralita aparecen su hija Tahimí Alvariño, adorada por generaciones de televidentes, y Maka, actriz, conductora y alma creativa de ese espacio digital donde la cubanía se expresa con libertad y sin censura. Ambas estaban visiblemente emocionadas de poder compartir este instante tan íntimo con su madre y sus hijos, lejos del ruido y la sombra de la realidad cubana.
También estuvo presente Jean Michel Fernández, esposo de Maka y productor, completando un retrato familiar donde se respiraba afecto por los cuatro costados. La escena, capturada en las aguas turquesas del Caribe, no solo refleja una jornada de esparcimiento, sino una celebración de la familia como refugio frente a la distancia y la separación que tantos cubanos conocen demasiado bien.
En un país donde la familia ha sido golpeada por la emigración forzada, la represión y la miseria, este tipo de imágenes tienen un peso simbólico poderoso. Mientras muchas familias en Cuba apenas pueden mantenerse conectadas por llamadas intermitentes y remesas cada vez más difíciles de enviar, ver a una familia reunida, feliz y en libertad, se convierte en un canto de esperanza.
Las reacciones en redes no se hicieron esperar. Frases como “¡Qué belleza verlas juntas!”, “Así deberían poder vivir todas las familias cubanas”, y “Gracias por regalarnos este momento de luz” inundaron los comentarios.
En un contexto donde la rutina del cubano de a pie está marcada por la escasez, el apagón y la angustia, esta postal familiar sirve como un recordatorio de lo que nos quieren arrebatar: la posibilidad de vivir, de reunirnos, de ser felices sin miedo.
Y aunque estas mujeres han tenido que buscar otros horizontes para construir su bienestar, lo hacen sin olvidar sus raíces, ni a ese pueblo que sigue resistiendo del lado de allá del mar. Porque al final del día, ser cubano también es eso: cargar con la memoria, cuidar los afectos y pelear por una vida más digna.