El activista cubano Alfredo González, padre del joven Annier González, quien se quitó la vida en 2023 mientras cumplía el Servicio Militar Obligatorio (SMO), fue detenido en Matanzas por las autoridades del régimen, y luego liberado bajo medida cautelar.
Desde su cuenta de Facebook, Alfredo no se quedó callado. Con la misma entereza con la que ha denunciado cada injusticia desde la muerte de su hijo, contó lo ocurrido: “Primero me acusaron de desacato y parecía que me iban a echar al mismo combinado donde murió mi hijo. Después me pidieron 5,000 pesos de fianza, pero una hora más tarde me pusieron una cautelar. Me soltaron gracias a todos los que me apoyaron”, escribió.
Un padre que no se rinde
Desde el día en que enterró a su hijo, Alfredo se ha convertido en uno de los rostros más visibles en la lucha contra el abuso dentro del Servicio Militar en Cuba. Con coraje, ha utilizado cada espacio en redes sociales para exponer la pesadilla que vivió su hijo: acoso, maltratos y abandono institucional.
Su último arresto fue consecuencia directa de una denuncia pública contra un oficial militar, a quien señala como culpable directo del sufrimiento que llevó a Annier al suicidio. No es la primera vez que el régimen intenta silenciarlo, pero este padre, con el dolor a cuestas, juró sobre la tumba de su hijo que no pararía hasta hacer justicia. Y lo está cumpliendo.
Una realidad que el régimen no quiere mostrar
El caso de Annier no es único, pero sí ha marcado un antes y un después. Ha despertado a miles de cubanos que, por años, han guardado silencio ante un sistema militar que obliga a menores a participar en tareas peligrosas sin preparación ni consentimiento.
El recuerdo del incendio en la Base de Supertanqueros en Matanzas aún arde: allí murieron jóvenes reclutas, enviados sin entrenamiento a enfrentar el infierno. Lo mismo ocurrió con la reciente explosión en el poblado de Melones, Holguín, donde varios muchachos perdieron la vida por la irresponsabilidad criminal del sistema militar cubano.
Un grito colectivo en redes sociales
El dolor de Alfredo ha sido el catalizador de un movimiento espontáneo en redes, donde familiares de otras víctimas han comenzado a hablar. Su grupo en Facebook, “No más VÍCTIMAS en el servicio militar en Cuba”, se ha convertido en una especie de refugio y trinchera para padres que también exigen respuestas.
Allí se cuentan historias de muchachos muertos en maniobras, de accidentes que se ocultan, de abusos que no se investigan. Todo bajo un silencio oficial que, a fuerza de represión, quiere ocultar lo que ya es evidente: el Servicio Militar Obligatorio en Cuba es una maquinaria de dolor y destrucción para la juventud.
Pero mientras haya voces como la de Alfredo, ese silencio no va a durar mucho más. El pueblo está despertando, y no hay cautelar ni amenaza que pueda frenar a un padre con sed de justicia.