Miguel Díaz-Canel, el mismísimo mandamás del régimen, decidió darse un paseíto por varias fábricas estatales en Cotorro y La Habana del Este, como quien va a mostrar que la cosa va mejorando. Quería vender la idea de una “recuperación” económica que, francamente, nadie ve ni con lupa.
Entre las paradas estuvo Coracán S.A., esa empresa mixta cubano-canadiense que se supone produce alimentos instantáneos para varios mercados. En sus redes sociales, la empresa pintó la visita como un “honor” y un “impulso” para seguir adelante, pero lo que no dijeron fue que la industria alimentaria está luchando contra la obsolescencia tecnológica, la falta de materia prima y la ineficiencia que nadie arregla.
En las redes, la cosa no tardó en explotar. Un usuario lo resumió claro: “Paseos y más paseos sin que cambie ni un tornillo”. Otro, que asegura haber trabajado en esas fábricas, fue más directo: “Eso es humo, las industrias del Cotorro están hechas trizas.”
Y la cosa no se quedó ahí. Mucha gente denunció que estas visitas son puro montaje: “Los paseos están programados con tiempo para preparar todo el show, las fotos y el ‘menticiero’. Si fueran de verdad sin avisar, la realidad los agarraría con los pantalones abajo,” comentó alguien con varios “me gusta” en la página de Facebook de Presidencia Cuba.
Un internauta que conoce del tema lanzó otra bomba: “Si cualquiera con experiencia en industria ve esa nave vacía, sabe que todo fue un teatrillo armado para la visita.”
El tour de Díaz-Canel también incluyó la fábrica de yogur Moralitos, que estuvo parada casi dos años y apenas está volviendo a funcionar gracias a una alianza con una pequeña empresa privada. Aunque no trabaja a plena capacidad, el régimen la presenta como una “victoria” del año, mientras la mayoría de las otras “industrias” apenas producen simbólicamente y, para colmo, venden en dólares.
¿La realidad? Muy distinta. Los cubanos siguen peleando con la escasez brutal de alimentos, los precios por las nubes y un mercado dolarizado que no perdona. El gobierno, por supuesto, ni tocó temas que de verdad importan: la falta de tecnología moderna, el desabastecimiento crónico, y la fuga de técnicos calificados que se van porque no aguantan más.
La visita también pasó por la Empresa de Desarrollo de Tecnologías Acuícolas, donde se jactaron de sus “resultados” y su función docente. Pero informes internos y denuncias de gente del pueblo pintan otra cosa: niveles alarmantes de improductividad, contaminación y uso pésimo de recursos.
En resumen, mientras el régimen se empeña en mostrar una industria “resucitando”, la realidad es que las fábricas están solo “puesta’ para la foto”. En las calles, la gente sufre apagones, inflación que no para y un mercado que no abastece ni lo básico.
Nada de eso se arregla con una visita para la prensa, ni con discursos vacíos. La industria cubana sigue en ruinas, y el pueblo, como siempre, pagando las consecuencias.