En Cuba hay Mipymes y luego está D’Soto, ese negocio que, más que una empresa privada, parece una novela de corrupción con capítulos nuevos cada mes. Al frente está Dariel Sotomayor Rivero, medio hermano del mítico Javier Sotomayor (sí, el de los saltos olímpicos). Pero este salto no es deportivo, es directo al escándalo. Una denuncia anónima acaba de sacudir aún más a esta empresa, con acusaciones de evasión fiscal, corrupción, sobornos, tráfico ilegal de divisas y hasta explotación laboral. Un combo completo.
La bomba informativa llegó a través del Periódico Cubano, que recibió el testimonio de una fuente interna que pidió mantenerse en el anonimato, por razones más que obvias. La persona asegura que las autoridades han iniciado una nueva auditoría a D’Soto tras detectar serias violaciones en el manejo de sus finanzas y sus precios. Y no es la primera vez que esta empresa está bajo la lupa…
Ya antes D’Soto había sido multada por aplicar precios diferentes dependiendo de cómo pagabas: más caro por transferencia, más barato en efectivo. Pero eso no es todo, también rechazaban los pagos electrónicos y se ponían exquisitos exigiendo divisas o MLC, algo que va en contra de las normas oficiales cubanas.
Ahora, la cosa es mucho más grave. Según la denuncia, la ONAT en Matanzas le impuso una multa de unos 10 millones de pesos. ¿La razón? Evasión fiscal a gran escala, manipulación contable y un uso más que “creativo” de divisas extranjeras. Todo esto en medio de una crisis en la que muchos cubanos no tienen ni para el pan.
Pero lo más jugoso es cómo D’Soto estaría vendiendo productos en dólares y euros desde su web, aceptando pagos por plataformas como Zelle y Tropipay. ¿Legal? Para nada. Esto no solo viola las leyes de comercio electrónico en Cuba, sino que facilita el tráfico ilegal de divisas. O sea, un mercado paralelo a plena vista, sin que aparentemente pase nada.
La denuncia va más allá y menciona sobornos a funcionarios del Aeropuerto de Varadero, donde D’Soto vende productos carísimos gracias a supuestos acuerdos con el mismísimo director del lugar. Allí, además, funcionarían como casas de cambio clandestinas enfocadas en turistas y emigrados con billete.
Y como si fuera poco, D’Soto también tiene locales arrendados a Artex y CIMEX, que en teoría son para prestar servicios, pero que en la práctica se usan como almacenes y frigoríficos para sus ventas online. Cero atención al público y mucho negocio por detrás.
¿Y Dariel Sotomayor? Como si nada. Según el testimonio, anda tan tranquilo, con aires de intocable gracias al apellido que lo respalda. Dicen que hasta se compró un carrazo de 30.000 euros, justo después de recibir la multa millonaria. ¿Casualidad? Difícil de creer.
Toda esta historia deja una pregunta que muchos cubanos se hacen en voz alta: ¿quién realmente manda en Cuba, la ley o los contactos? Mientras la mayoría lucha por sobrevivir, algunos parecen tener licencia para hacer lo que les da la gana.