En una esquina caliente de Holguín, las llamas volvieron a encender la alarma sobre el peligro real que representan las motorinas en Cuba. Esta vez, el fuego se desató en una vivienda ubicada en la calle Morales Lemus con Aricochea, y aunque no hubo que lamentar víctimas, el susto fue mayúsculo. Las imágenes del siniestro muestran una motorina hecha cenizas y varios daños en el interior del hogar.
La noticia salió publicada por el perfil oficialista “Realidades desde Holguín”, una cuenta estrechamente ligada al Ministerio del Interior. Pero como ya es costumbre, el reporte se enfocó más en aplaudir la “valentía” de los bomberos que en explicar qué fue lo que realmente pasó. Nada de detalles sobre las causas, ni sobre el estado de los afectados. Solo elogios y una narrativa tan controlada como una conferencia del Partido.
Según testigos, el fuego no alcanzó otras casas gracias a la rápida intervención de los bomberos, que lograron contener las llamas justo a tiempo. Pero lo que no dice la publicación es la causa más probable detrás del incendio: el uso de baterías defectuosas, la mala instalación eléctrica o la sobrecarga, problemas comunes en una isla donde todo se repara con alambre y cinta adhesiva.
Y no es un caso aislado. Los incendios provocados por motorinas ya se han vuelto una epidemia silenciosa en Cuba, alimentada por la necesidad y la falta de opciones. Hace apenas unos meses, un hecho similar en Zaza del Medio, Sancti Spíritus, terminó en tragedia cuando un anciano postrado murió tras la explosión de una de estas motos eléctricas dentro de su vivienda.
El régimen, por supuesto, guarda silencio. No hay estadísticas oficiales, no hay campañas de prevención efectivas, ni mucho menos un plan serio para regular la importación o el uso de estos equipos. Pero los reportes en redes sociales y medios independientes dejan claro que los incidentes se cuentan por decenas, algunos con pérdidas humanas irreparables.
El problema de fondo es que la gente no tiene otra opción. Con el transporte público colapsado y el combustible convertido en oro líquido, las motorinas se han convertido en el salvavidas de miles de cubanos. Aunque ese mismo salvavidas pueda estallar en llamas cualquier noche.
Así que ahí está la paradoja: o te mueves y asumes el riesgo, o te quedas varado viendo cómo se te va la vida esperando una guagua que no llega. Mientras tanto, el gobierno sigue sacando pecho por cada incendio que logra apagar, en lugar de atacar las verdaderas causas de estos desastres que, a cada rato, encienden el miedo y la impotencia de un pueblo ya bastante quemado.