La ciudad de Hialeah fue escenario de una escena de horror que quedó registrada en un video de vigilancia recientemente difundido por la policía local. En las imágenes, se ve con absoluta claridad el momento en que Pedro de Jesús Blanco, un hombre de 55 años, dispara sin titubear contra Yoendry Campos, un cubano de apenas 33 años que estaba de visita en un apartamento del mismo edificio.
El suceso, que estremeció a la comunidad, ocurrió el pasado 13 de mayo, pero el video no había salido a la luz hasta ahora, cuando fue presentado como prueba clave en el proceso judicial que enfrenta el acusado. Blanco está siendo procesado por asesinato en primer grado, y lo que muestra la cámara no deja lugar a dudas: el disparo fue frío, calculado y brutal.
En la grabación se aprecia no solo el momento en que el victimario jala el gatillo, sino también cómo se agacha con total calma para recoger el casquillo, antes de regresar a su apartamento como si nada hubiera pasado. Una escena escalofriante que revela el nivel de desprecio por la vida humana.
Una disputa absurda con consecuencias mortales
Todo ocurrió en un complejo residencial ubicado en el 710 E 9th Street, esquina con la avenida 7, en pleno corazón de Hialeah. Según el reporte oficial, Yoendry estaba de visita en el apartamento 202, mientras que su agresor vivía justo al lado, en el 201. Una pared los separaba. El problema: un simple parqueo.
Familiares de la víctima contaron que la discusión surgió porque Campos había estacionado su carro en un lugar que Blanco consideraba suyo, aunque no existía asignación oficial. Fue entonces que, en un arranque de violencia, el vecino tocó la puerta con un arma escondida dentro de una bolsa plástica.
Según los detalles del informe policial, tras un corto intercambio de palabras, Blanco se retiró unos segundos y luego volvió para disparar un solo tiro directo al pecho de Yoendry, alcanzándolo en el lado izquierdo del torso. Un acto repentino que le apagó la vida a un joven cubano que apenas estaba comenzando a rehacer su camino en Estados Unidos.
“Le hace una pregunta a la víctima y, sin más, saca el arma y dispara”, explicó Eddie Rodríguez, vocero del Departamento de Policía de Hialeah, en declaraciones a Telemundo 51.
El asesino no opuso resistencia y fue arrestado poco después, cuando los oficiales llegaron al lugar. En su apartamento encontraron el arma homicida y el casquillo, escondido en un basurero de la cocina.
Durante la audiencia inicial, la jueza del condado de Miami-Dade ordenó su detención sin fianza. Se espera que el juicio comience en septiembre. Si es declarado culpable, podría enfrentar cadena perpetua o incluso la pena de muerte.
Un cubano ejemplar, apagado por la violencia
Campos, a quien sus amigos llamaban con cariño “Gaspacho”, había emigrado desde El Vedado, en La Habana, hace siete años, buscando lo que muchos cubanos sueñan: una vida digna, tranquila y con oportunidades. Era padre de una niña pequeña y, según quienes lo conocieron, era un hombre sencillo, trabajador y sin historial de problemas legales.
Su muerte ha dejado una herida profunda entre quienes lo querían, y una comunidad indignada que no entiende cómo una discusión tan trivial pudo desembocar en un crimen tan despiadado.
Mientras tanto, en Cuba la dictadura sigue exportando miseria, violencia y traumas a quienes huyen del infierno isleño, arrastrando consigo la cultura del miedo y el enfrentamiento. Esta tragedia en Hialeah es otra muestra del dolor que persigue al exilio cubano, incluso lejos del yugo castrista.
El caso de Yoendry Campos debe servir como un grito de alerta. Porque cuando se normaliza la violencia, cuando se permite que el odio y el resentimiento se impongan, lo único que florece es la muerte.
