La actriz cubana Aris Teresa Bruzos, inmortalizada por su papel de Evarista en “Vivir del Cuento”, falleció en La Habana a los 89 años, dejando un vacío enorme en el corazón de los cubanos. La triste noticia fue confirmada por el propio Luis Silva, quien interpreta a Pánfilo, a través de sus redes sociales.
“Mayito me manda un mensaje con la noticia que no quería escuchar: se nos fue Aris Teresa, nuestra querida Evarista”, escribió Silva, visiblemente conmovido.
Una guerrera hasta el final
A pesar de sus achaques, la Bruzos nunca le dio la espalda a la cámara. Según Silva, “seguía con ganas de grabar aunque apenas pudiera caminar, pero con la memoria clarita como el agua”. Su entrega fue tal, que muchas veces se rodaban escenas en su casa para que pudiera seguir dando vida a ese personaje que hizo reír a todo un país.
Ignacio Hernández, el director del programa —conocido como Nachi—, fue clave para que Aris Teresa se mantuviera activa hasta el final. Gracias a su empatía y respeto, Evarista no desapareció del show, sino que permaneció como símbolo del humor auténtico y popular.
Evarista: más que un personaje, un ícono cubano
Desde su primera aparición en “Vivir del Cuento”, Evarista se robó el show con su gracia natural, su desparpajo y ese toque criollo que tanto conecta con el cubano de a pie. No era solo un personaje de televisión, era la vecina que todos quisiéramos tener, la abuela que nos sacaba una sonrisa incluso en días oscuros.
Aris Teresa se convirtió en toda una leyenda sin haberlo planeado. Debutó en la TV a los 73 años, demostrando que nunca es tarde para reinventarse. Antes de eso, había pasado su vida como educadora, enseñando en escuelas y marcando vidas desde el aula. Pero el destino le tenía guardada una vuelta de tuerca: convertirse en estrella nacional casi al final del camino.
Del Cobre al corazón de los cubanos
Nacida en El Cobre, Santiago de Cuba, Aris Teresa ya desde niña tenía ese don de hacer reír. Le encantaba contar cuentos, echar chistes y mantener el barrio entretenido. Esa vena cómica le venía de fábrica, aunque tardó décadas en encontrar su escenario perfecto.
En 1956 se mudó a La Habana para trabajar en la escuela privada de su tía. Fue allí donde la capital la atrapó, no solo como maestra sino también como artista. Poco a poco, su pasión por la actuación fue tomando forma hasta convertirse en Evarista, su alter ego televisivo.
Una figura querida dentro y fuera de la pantalla
Después de su debut, no hubo quien no la reconociera en la calle. Ella misma contaba que dondequiera que iba la saludaban, le decían cosas lindas, y más de uno le agradecía por tanto humor. Su forma tan natural de actuar y su alegría contagiosa la convirtieron en alguien cercano, querida por todos, más humana que cualquier político de cartón que se sube al podio a vender humo.
A pesar de su edad, jamás quiso retirarse. Mientras pudo, grabó desde su casa, sin quejarse, con la misma chispa de siempre. Su partida no es solo la despedida de una actriz: es la pérdida de una voz que nos alegraba en medio del desastre diario que vive Cuba.
Una despedida con sabor a nostalgia
Aris Teresa nos deja un legado poderoso: el de nunca dejar de luchar, de creer en el arte, en la risa y en las segundas oportunidades. Su personaje vivirá por siempre en la memoria de quienes sintonizaban “Vivir del Cuento” para olvidarse, al menos por media hora, de la miseria que impone el régimen.
Se fue una maestra, una actriz, una cubana de pura cepa. Pero Evarista sigue viva, con su mirada pícara y esa voz que todavía retumba en los pasillos de la televisión cubana.
