Mientras en Cuba la oscuridad se adueña de las noches y la gente maldice los apagones sin fin, en el municipio especial de Caimanera parece que el régimen vive en otra dimensión. A pesar de la crisis energética que azota a la isla con cortes eléctricos cada vez más largos, el gobierno local se las arregló para montar el Carnaval Acuático 2025, como si aquí no pasara nada.
El evento, organizado por el Consejo Provincial de las Artes Escénicas junto al colectivo Sobra Talento, fue una especie de show simbólico en medio del desastre. En el malecón de Caimanera se agruparon artistas, vecinos y hasta curiosos que, entre congas, carrozas flotantes y espectáculos sobre el agua, trataron de olvidar—aunque fuera por un ratico—el caos nacional que los rodea.
La artista Daniela Guilarte Matos compartió en redes que vivieron “momentos maravillosos” y que regalaron “arte joven” con buena vibra. Pero fuera del escenario, la realidad es otra, más oscura y dolorosa: el país está en ruinas, y los carnavales no tapan el hambre ni el cansancio.
La Televisión Guantanamera no perdió tiempo en disfrazar el evento como un “espectáculo maravilloso”, adornando el reporte con frases vacías como que el mar y la cultura se unieron “para levantar el ánimo comunitario”. Todo un intento burdo por pintar de colores una Cuba que ya ni sombra tiene.
El problema es que mientras unos bailan en el agua, millones no pueden ni encender un ventilador para espantar el calor infernal de julio. Según cifras de la propia Unión Eléctrica de Cuba (UNE), el viernes pasado se registró un déficit de casi 1600 MW en el horario pico. Eso provocó cortes de hasta cuatro horas consecutivas en La Habana, y en el interior fue peor. La gente no aguanta más, pero el régimen sigue tocando la conga como si aquí no pasara nada.
Este carnaval, más que una celebración, se sintió como una bofetada al pueblo que resiste en la penumbra. Mientras madres intentan dormir a sus hijos entre mosquitos y calor, el aparato propagandístico se esfuerza por vender alegría a la fuerza. Y lo peor es que usan estos shows para desviar la atención de una crisis que ya no pueden esconder ni con fuegos artificiales.
Así funciona la maquinaria del régimen: en vez de invertir en soluciones reales, montan espectáculos vacíos que solo entretienen por un instante, pero no resuelven nada. Es como querer tapar el sol con un dedo… aunque en este caso, ni sol hay, porque hasta la luz se fue.