En medio del caos migratorio que tantas familias cubanas sufren, Roxana Maldonado, una cubana radicada en el extranjero, decidió enfrentar el dolor con amor y coraje. Tras la deportación forzosa de su esposo desde Estados Unidos, esta mujer no se dejó vencer por la tristeza ni el resentimiento. Al contrario, se las ingenió para darle a su gente un respiro en la playa de Corralillo, allá en Villa Clara.
“Renté una guagua para pasar un lindo día con la familia de mi esposo y algunas amistades, después de tanto sufrimiento”, contó Roxana en un video compartido en su cuenta de TikTok (@roxanamaldonado_). En las imágenes se ve una casa de campo, un camino de tierra y una niña corriendo hacia el transporte con una sonrisa que lo dice todo: aunque el régimen rompa familias, el amor busca la manera de recomponer los pedazos.
En su publicación, Roxana fue clara: “Jamás permitiré que nada ni nadie dicte cómo nuestras vidas se encaminen”. Y esa frase caló hondo entre sus seguidores, que no tardaron en llenarla de mensajes de apoyo. Porque en un país donde la libertad parece un sueño lejano, tener el valor de decidir por uno mismo ya es un acto de rebeldía.
Detrás de ese paseo a la playa hay una historia dura. Como ya se había informado, su esposo fue devuelto a Cuba tras estar meses preso por el ICE, el temido Servicio de Inmigración de Estados Unidos. El reencuentro ocurrió recientemente, cuando Roxana voló hasta la isla para estar con él en uno de los momentos más difíciles de su vida: volver a empezar en una tierra que, más que patria, se siente como cárcel.
Pero ni la represión del sistema ni el trauma del regreso forzado pudieron quebrar a esta mujer. Su iniciativa no solo fue un alivio para los que estuvieron en esa guagua, también se convirtió en un mensaje para tantos otros cubanos que viven con el corazón partido entre dos orillas. Transformó el dolor en abrazo, la tristeza en alegría compartida, aunque fuera solo por un día bajo el sol.
En tiempos donde el régimen continúa separando familias y asfixiando la esperanza, gestos como el de Roxana demuestran que la resistencia también se expresa con ternura, con solidaridad, con el acto de no rendirse jamás. Porque mientras exista gente dispuesta a luchar por sus seres queridos, ni la dictadura ni sus secuaces podrán silenciar los vínculos que nos unen.
