En medio del escenario, con la emoción a flor de piel y la bandera cubana en alto, El Chacal no aguantó las lágrimas. El reguetonero cubano, que arrastra multitudes dentro y fuera de la isla, hizo una pausa durante su concierto en Zaragoza, España, para soltar una verdad que lleva tiempo mordiéndose: la libertad de Cuba no puede seguir siendo un sueño lejano.
Con un grito que partió el alma de los presentes, lanzó al aire: “¡Díaz-Canel!”, y lo que vino después fue un estallido de voces que tronó como trueno en el teatro: “¡Singao!”. La multitud no solo lo coreó, lo sintió, lo vivió. Cada repetición fue una descarga contra la tiranía, un canto rebelde que cruzó el Atlántico.
El artista, con la bandera en las manos marcada con los lemas “SOS Cuba” y “Patria y Vida”, no disimuló el nudo en la garganta. Desde el fondo del escenario se escuchaba su tema 11 de julio, ese himno no oficial que recuerda las protestas heroicas del pueblo cubano en 2021, cuando miles salieron a la calle a exigir lo que les pertenece: dignidad y libertad.
En su cuenta de Instagram, El Chacal compartió el momento con un mensaje de puro corazón: “Gracias Zaragoza, por el cariño, las emociones… seguimos rompiéndola en Europa”. Pero más allá de la gira, del éxito o los aplausos, lo que él lleva en su maleta es mucho más que música: es una voz que no se calla frente al horror del castrismo.
Mientras otros artistas prefieren jugar al silencio o al tibio “ni de aquí ni de allá”, El Chacal planta bandera y no le tiembla la voz para llamar las cosas por su nombre. En cada tarima, el tipo no solo canta reguetón, canta rebeldía, canta justicia.
Desde Europa, este músico cubano se ha convertido en un portavoz de los que no pueden gritar dentro de la isla. Y cada vez que un público extranjero lo escucha, el eco de Cuba se expande, rompiendo el cerco del miedo que el régimen lleva décadas construyendo. Porque cuando el arte se vuelve trinchera, hasta una canción puede volverse un grito de guerra.