En las cálidas arenas de Guanabo, esa playa querida por muchos habaneros, un grupo de jóvenes cubanos decidió cambiar la rutina y lanzarse a la aventura del emprendimiento. ¿La idea? Alquiler de carpas con todo incluido: sombra, comida, bebidas frías y hasta entretenimiento para niños. Así es, como si estuvieras en un resort… pero cubano y más criollo.
Desde bien temprano, a las 7:00 a.m., hasta que cae el sol a las 7:00 p.m., estos muchachos te montan la experiencia completa por 2.500 pesos cubanos el día. Y no es solo la carpa, ojo: también te ponen tumbonas para que descanses como rey, te ofrecen pollo frito, pescadito, refrescos y más. Además, si te animas, puedes montarte en un caballo o alquilar una tabla de surf para domar las olas del litoral habanero.
La propuesta ha corrido como pólvora en redes sociales. Algunos la ven como una señal de esperanza: jóvenes inventando, buscando alternativas y dando un servicio de calidad. “¡Bravo por ellos! Así se levanta un país”, comentó alguien en Facebook, y no faltaron los elogios a la buena atención, la limpieza del espacio y lo bien montado que está todo.
Pero claro, no todo el mundo aplaude. También hay quien mira con preocupación el precio. “¿Quién tiene 2.500 pesos para un día de playa?”, preguntó otro usuario. Y no le falta razón: en medio de la crisis actual, con salarios que no alcanzan ni para lo básico, pasar un día “de lujo” en Guanabo se convierte en un sueño reservado para unos pocos.
El debate está servido: ¿es esto una señal de que el emprendimiento privado en Cuba empieza a respirar, o más bien otro reflejo de las desigualdades que marcan el día a día en la isla?
Algunos comentarios van más allá y se quejan de que, cuando algo así prospera, siempre hay trabas. “Si el gobierno dejara al pueblo ser libre, fuéramos un país rico y feliz”, escribió alguien con nostalgia. Otro fue más directo: “Cuando ven que prosperas, te inventan algo para quitártelo todo”.
Y es que, aunque el turismo interno y los negocios privados han ganado algo de terreno, lo cierto es que todo cuelga de un hilo. En una Cuba donde el emprendimiento todavía depende de permisos, licencias y la voluntad del Estado, cualquier iniciativa como esta camina sobre terreno inestable.
Lo que está claro es que estos jóvenes pusieron la creatividad al servicio de la economía, demostrando que con ganas y un poco de sol, se puede hacer más que sobrevivir. Aunque sea por un rato, te hacen sentir que estás en otro país… al menos hasta que llega la cuenta.