Lo que parecía ser una historia de pareja más en tierras mexicanas terminó sacudiendo a toda una comunidad. Yosvani, un cubano de 42 años, fue arrestado en Cancún acusado de violar a su novia y cometer actos brutales de maltrato animal, incluyendo zoofilia.
El caso, que estremeció a los vecinos y fue reportado por La Verdad Noticias, destapó un entorno de violencia, drogas y abusos que se vivía tras las puertas cerradas del hogar que compartía con su pareja y dos perros.
Una relación marcada por el miedo
La víctima, una mujer de 38 años, había estado saliendo con Yosvani por alrededor de seis meses. Pero lejos de encontrar amor o estabilidad, lo que vivió fue una pesadilla. Según declaró, era común que él se pusiera violento, sobre todo bajo el efecto de sustancias.
La gota que colmó el vaso llegó cuando, en medio de una discusión, el hombre la sometió por la fuerza y la agredió sexualmente. Fue ahí cuando ella decidió romper el silencio y denunciar.
El horror también alcanzó a los animales
Pero lo más perturbador del caso fue lo que se supo después. Durante la investigación, los dos perros que convivían con la pareja también fueron examinados por un veterinario. El resultado dejó a todos sin palabras: ambos animales presentaban signos de abuso sexual, maltrato físico y crueldad extrema.
El fiscal del estado, Raciel López Salazar, confirmó públicamente estos hallazgos. “Los animales tienen marcas claras de haber sido víctimas de zoofilia y maltrato”, expresó con firmeza.
Justicia en proceso… pero queda mucho por hacer
El juez del caso no se anduvo por las ramas: le impuso a Yosvani prisión preventiva obligatoria por dos años, mientras avanzan las investigaciones. Además, la Fiscalía dejó entrever que podría sumarle nuevos cargos por los delitos cometidos contra los perros.
Yosvani no es el único cubano envuelto en un caso de violencia de género recientemente. Lázaro Rudy N., otro connacional, fue capturado en Ciudad de México luego de más de un año prófugo. En 2024, presuntamente agredió con un cuchillo a su pareja en Puebla luego de amenazarla con matarla si lo dejaba.
Una herida que sangra en silencio
Estos casos no son aislados. Aunque la mayoría de los migrantes cubanos en México son gente trabajadora y honesta, no se puede tapar el sol con un dedo: también hay quienes reproducen patrones de violencia, arrastrando heridas del pasado o cayendo en la impunidad que muchas veces ofrece el exilio.
Lo más preocupante es que muchas víctimas no se atreven a denunciar por miedo, falta de protección o porque simplemente no tienen a quién acudir.
La violencia machista no tiene fronteras. Está presente tanto en Cuba como fuera, alimentada por el consumo de drogas, la falta de justicia y una cultura que todavía tolera el control, la amenaza y el miedo.
Cada historia como esta nos recuerda la urgencia de actuar, de visibilizar, de proteger. Porque donde hay silencio, la violencia florece.