Crecer con un apellido famoso en Cuba no siempre es un pase VIP al éxito. Que lo diga Haned Mota, hijo de la cantante Haila María Mompié y el también músico Aned Mota, quien abrió su corazón en el programa Destino Tolk para contar lo que significa abrirse paso como artista cuando se carga con un apellido tan sonado… y tan polémico.
Con un tono sincero y sin pelos en la lengua, Haned confesó que, aunque sí ha tenido ciertas “ventajas”, su carrera no ha sido un camino de rosas: “Me han apoyado dos o tres artistas, claro que sí, y les estoy agradecido, pero he tenido que abrirme camino solo”, soltó sin miedo.
“La gente ya me empieza a ver como artista porque me lo he ganado”, dijo con orgullo, dejando claro que no se conforma con ser “el hijo de Haila”. En un ambiente donde muchos lo miran con lupa, el joven cantante ha tenido que sudar cada aplauso, cada oportunidad y, sobre todo, cada pedazo de credibilidad.
Pero no todo ha sido música. Como él mismo reconoce, la carga que arrastra por la postura pública de su madre a favor del régimen cubano también ha sido un obstáculo. “He tenido que lidiar con mucha presión y con cosas feas que le han hecho a mi mamá”, contó con evidente incomodidad.
En el medio artístico, dice, también ha sido víctima de prejuicios: “Hay gente que no te da tu lugar porque piensan que lo tienes todo fácil. Lo que no saben es que hace tres años vine a Estados Unidos a lucharla solo, sin comodidades, sin nadie que me pusiera una alfombra roja”.
Y ahí entra el peso de la política, porque aunque Haned ha tratado de despegarse del tema, sabe que su madre no ha pasado inadvertida. “Yo sabía lo que venía, sabía que mudarme a este país sería complicado por todo lo que han dicho de mi mamá”, confesó.
A pesar de todo, el artista también ha vivido momentos bonitos. En Miami, por ejemplo, ha caminado junto a su madre sin miedo, y ha visto cómo mucha gente aún se le acerca con cariño: “No entiendo ese odio que generan dos o tres personas por ahí. Mi mamá tiene más de 25 años de carrera, y eso merece respeto. Y como madre, ni hablar… el que se meta con mi vieja, prende candela conmigo”, soltó sin dudar.
Cuando le tocaron el tema más espinoso —el famoso concierto donde Haila cantó para Fidel— Haned no se escondió: “Sí, cantó, pero en Cuba todos fuimos adoctrinados, todos dijimos ‘pioneros por el comunismo’. En mi casa no se habla de política, se habla de música y de giras”, explicó.
Pero lo cierto es que ese pasado pesa. El rechazo del público no ha sido poca cosa. Basta recordar las protestas que ocurrieron en julio del año pasado en Madrid, donde exiliados cubanos interrumpieron un concierto de Haila con una enorme manta que mostraba fotos y nombres de presos políticos en la isla.
Aunque Haned intenta separarse de las polémicas que rodean a su madre, en el mundo real esas decisiones pesan. Porque en un país donde el arte ha sido manoseado y usado como brazo propagandístico del régimen, el pueblo no olvida tan fácilmente quién se sentó a aplaudir mientras otros eran encarcelados por pensar diferente.
Y aunque Haned siga diciendo que lo suyo es la música y no la política, la historia de su familia —como la de tantos otros artistas cubanos— está irremediablemente marcada por las decisiones que un día se tomaron desde el escenario… y desde el poder.