Nueve meses después del brutal asesinato del reguetonero cubano El Taiger, han salido a la luz imágenes que terminan de confirmar lo que muchos ya intuían: el presunto homicida, Damián Valdés Galloso, no solo no muestra arrepentimiento, sino que se burla de la justicia y de la víctima.
En un fragmento del interrogatorio publicado por Telemundo 51, puede verse a Valdés Galloso sonriendo con desfachatez mientras explica por qué, con El Taiger agonizando en su portal, no lo llevó de inmediato a emergencias. “Mi casa, quién soy yo… ¿qué tú crees que me pase?”, le responde al detective con una tranquilidad que eriza la piel. Un descaro que retrata a la perfección la frialdad de este individuo.
El crimen ocurrió el 3 de octubre de 2024 en Hialeah, pero no fue hasta el 29 de ese mismo mes que agentes especiales lograron capturarlo en Nueva York, donde llevaba semanas escondido como rata. La detención llegó tras una intensa cacería policial, mientras el país entero pedía justicia por la muerte del joven artista.
En su declaración, Valdés Galloso intenta convencer a la policía de que no fue él quien disparó. Dice, entre risas, que pensó que El Taiger se levantaría por su cuenta y que, por eso, no lo auxilió. También asegura que su amplio historial criminal le hizo dudar sobre llamar al 911. “Yo lo llevé de mi casa, yo llamé…”, balbucea, intentando zafarse de una responsabilidad que ya nadie cree que no le corresponde.
La versión de los hechos que cuenta no se sostiene ni con muletas. Habla de una deuda de dinero, de unos supuestos tipos que acompañaban al reguetonero, de una escena en la que él simplemente se asoma con un pomo de agua y se topa con el cuerpo tendido. Según él, entró en pánico y se escondió, para luego cargar con el cuerpo y llevarlo “al hospital”. Pero la evidencia lo desmiente de forma aplastante.
Un video difundido por la fiscalía de Miami-Dade revela la cruda verdad: El Taiger llegó solo a la casa de Valdés Galloso, y fue desde el interior que se escuchó el disparo. Luego se ve cómo el presunto asesino arrastra el cuerpo, limpia el lugar del crimen y hasta se cambia de ropa antes de salir con rumbo al hospital. Toda su versión, desmontada con imágenes contundentes.
Las redes estallaron al ver el video del interrogatorio: “Estamos frente a un asesino de sangre fría”, “Jose fue a pedir con derecho, no con favor”, “¿A quién quiere engañar este hombre si las cámaras lo grabaron todo?”, se leen entre los comentarios indignados. Su tono pausado, su lenguaje corporal, todo apunta a un intento burdo de manipular la narrativa.
La verdad es una sola: El Taiger no murió por accidente, ni por descuido. Fue ejecutado a sangre fría, y su asesino se atrevió a burlarse de todos con una sonrisa en la cara. Si el jurado lo encuentra culpable —como parece inevitable—, Valdés Galloso podría terminar su vida tras las rejas… o incluso recibir la pena de muerte.
Y mientras tanto, en Cuba, el régimen que creó miles de tipos como este, que normalizó la violencia, la marginalidad y el irrespeto por la vida humana, calla como si esto no tuviera nada que ver con ellos. Pero lo cierto es que esta tragedia también lleva su sello: el de una sociedad podrida desde la raíz por décadas de miseria, impunidad y abandono moral.
