Lo que hace apenas unos días vendían como el ejemplo brillante del “éxito agrícola cubano”, hoy no es más que otro escenario vacío de promesas rotas. El mercado agropecuario “La Cuba”, que recibió a Miguel Díaz-Canel y a Manuel Marrero con bombos, platillos y estantes repletos, ya se desinfló como globo pinchado en menos de una semana.
El pasado 25 de julio, los medios oficialistas no se cansaron de presumir lo que describieron como “una muestra del modelo de gestión eficiente”. Pero bastaron cinco días para que la realidad, esa que no se puede maquillar con discursos ni fotos posadas, volviera a imponerse. Ahora, lo único que queda en ese mercado son plátano vianda, plátano burro y calabaza. Literal.
Una mentira con cámaras HD
Periodistas independientes como Alberto Arego y Mario J. Pentón no tardaron en desmontar la farsa. Arego, con su característico sarcasmo, preguntó en redes: “¿Dónde están los limones a 65 pesos la libra?”, y agregó: “Exigimos con fervor de la continuidad que el plátano burro no prevalezca sobre la base de todo”.
Por su parte, Pentón soltó lo evidente: “¿Y entonces? ¿Qué pasó?… No duró ni 15 días. Sí son un teatro, una mentira, una cortina de humo para la foto”. Porque eso es exactamente lo que fue: un montaje vergonzoso, hecho para las cámaras y no para el pueblo.
Cubadebate: la prensa al servicio del guion
Como siempre, la maquinaria propagandística del régimen salió al paso para intentar apagar el fuego. Desde Cubadebate dijeron que no fue montaje ni burla, sino el resultado del “trabajo arduo” de la empresa estatal agrícola de Ciego de Ávila. Y remataron con una joya de cinismo: “Parece fake news, pero no lo es. Es La Cuba, la excepción que confirma la regla hasta que se haga regla”.
Pero las imágenes actuales del lugar, completamente vacías, tiran por el piso ese intento de justificación barata. Lo que sí parece “fake” es la supuesta eficiencia de un sistema que solo funciona mientras hay un presidente cerca y una cámara grabando.
Pánfilo lo dijo todo sin decir mucho
Hasta el humorista Luis Silva, más conocido como Pánfilo, predijo el desenlace con una ironía letal: “No. No es teatro. Dale unos días. Cuando los jefes ya no estén…”. Y no se equivocó. Su frase se volvió viral porque, como buen cubano, supo leer entre líneas lo que millones ya sabían: que todo era una puesta en escena.
Varios testigos contaron que los supuestos vendedores eran funcionarios disfrazados, y que el público fue traído en guaguas para simular apoyo popular. Una escenografía digna de una telenovela mediocre, donde los protagonistas solo aparecen cuando hay cámaras y los extras son el pueblo usado como utilería.
Una postal de la miseria real
El desabastecimiento exprés del mercado “La Cuba” no es un error aislado, ni una excepción. Es la confirmación de un patrón ya repetido hasta el cansancio: cada vez que se anuncia algo “nuevo y eficiente”, es porque hay una visita oficial en camino. Apenas se van los jefes, vuelve la escasez y la frustración.
Este mercado no fue una solución, fue una postal maquillada en un país donde la miseria es el pan de cada día. Un espectáculo montado para engañar a los de afuera y silenciar a los de adentro. Pero el pueblo cubano, ese que lleva años oliendo las mentiras desde lejos, ya no se come el cuento.
Y mientras el régimen insiste en vender humo, el plato del cubano sigue vacío.
