Una escena de horror sacudió este martes el barrio de La Borla, en la Avenida de los Mártires, en la ciudad de Camagüey. Una vivienda terminó envuelta en llamas tras la explosión de baterías de motorinas eléctricas, dejando una víctima fatal y otra persona herida. La tragedia volvió a poner el dedo en la llaga: vivir en Cuba es un constante juego con la muerte cuando de electricidad y seguridad se trata.
El suceso ocurrió cerca del mediodía, en un momento en que algunos aseguran que la corriente regresaba luego de un apagón larguísimo, mientras otros afirman que aún no se había restablecido el servicio. Lo cierto es que la pareja que vivía en la casa tenía varias motorinas conectadas dentro, tratando de aprovechar cualquier chispazo de voltaje para recargar las baterías.
La explosión fue brutal. Las llamas lo devoraron todo en segundos. Testigos relataron escenas de pánico y desesperación, mientras el fuego se extendía sin piedad. El esposo logró escapar de las llamas, pero su esposa no corrió con la misma suerte: quedó atrapada y sufrió quemaduras muy graves. Aunque fue llevada con urgencia a recibir atención médica, no logró sobrevivir, confirmaron vecinos y fuentes cercanas.
La rabia y la impotencia se multiplicaron cuando los bomberos, según los testimonios, tardaron más de media hora en llegar. Para entonces, ya no quedaba nada que salvar. La comunidad intentó hacer lo que pudo, pero sin agua, sin herramientas y con un incendio voraz, todo estaba perdido desde el primer minuto.
Un vecino, visiblemente conmovido, soltó con dolor: “Esto fue una desgracia anunciada. Aquí nadie está preparado para nada. Vivimos con el alma en vilo cada vez que se va la luz o regresa con esos picos de voltaje locos.”
Y no es para menos. Este no es un caso aislado. En los últimos tiempos, los incendios provocados por baterías de motorinas y bicicletas eléctricas se han vuelto cada vez más comunes. ¿El motivo? La gente, sin otra opción, carga estos equipos dentro de sus casas, arriesgando sus vidas por la simple necesidad de moverse. La mezcla de apagones interminables, fluctuaciones peligrosas de voltaje y una infraestructura eléctrica en ruinas es el caldo perfecto para estas tragedias.
El régimen, por supuesto, mira para otro lado mientras las familias cubanas se enfrentan solas al desastre. No hay campañas de prevención, no hay inversión en seguridad doméstica, no hay protocolos efectivos de respuesta. Solo promesas vacías, discursos huecos y un país que sigue ardiendo, a veces literal.