El actor cubano Ray Cruz, quien le da vida al popularísimo Miguelito del programa Al habla con los muertos, soltó tremendo bombazo en redes con un video grabado en plena calle europea. Vestido como su icónico personaje, soltó una ráfaga de reflexiones que, aunque en tono cómico, le dan en el centro del pecho al desastre cubano.
Desde el principio, Miguelito deja claro que no está en su habitual Potrerillo, ese barrio ficticio (pero muy real en la mente de cualquier cubano) lleno de mugre, abandono y carencias. “Estoy muy asustado porque esto no es Potrerillo”, dice, mirando a su alrededor con cara de no creérselo. Y es que no hay basura por ningún lado, las guaguas pasan cada dos minutos y el ambiente es de orden y limpieza. Para un cubano de a pie, eso suena más a ciencia ficción que a Europa.
Pero la bomba viene después, cuando entre la risa y la crítica lanza la pregunta que más de un cubano se ha hecho con el corazón en la mano: “No sé si volver a Potrerillo o quedarme aquí, donde hay comida, hay luz, hay de todo… ¿me regreso o me quedo?”
Lo que parece una broma inocente se convierte en una daga contra el sistema podrido que gobierna Cuba desde hace más de seis décadas. Porque no es solo Miguelito quien duda: es toda una generación que ha tenido que huir del hambre, de los apagones, del transporte en ruinas, de la basura acumulada y del futuro en pausa. Y ahora que ven lo que es vivir en un país con derechos básicos garantizados, el regreso suena más a castigo que a nostalgia.
El video, como era de esperarse, reventó las redes sociales, provocando carcajadas, lágrimas y sobre todo, una avalancha de comentarios de apoyo y empatía. Muchos vieron en las palabras del personaje la representación de su propio dilema, esa lucha interna entre el arraigo a la tierra que los vio nacer y la libertad que solo han podido encontrar fuera de ella.
Ray Cruz, más que un comediante, ha demostrado ser una voz aguda que, con humor y sin miedo, le canta las cuarenta al castrismo. Con Miguelito ha creado un símbolo del cubano humilde, el de abajo, el de la lucha diaria, ese que se ríe para no llorar. Y aunque nunca menciona directamente al régimen, su crítica está más que clara, disfrazada de chiste pero con filo de machete.
El video parece haber sido grabado en alguna ciudad española, rodeado de calles limpias, semáforos que funcionan y guaguas que no son una lotería. Ese contraste visual es más poderoso que cualquier discurso político, porque muestra lo que el cubano ha perdido y lo que el mundo ofrece como algo normal.
Al final, lo que dice Miguelito no es solo una ocurrencia graciosa. Es una verdad que grita por dentro en cada cubano que ha cruzado el charco y ha descubierto que vivir no tiene por qué doler tanto. La pregunta queda en el aire, pero la respuesta es evidente para millones: ¿regresar a Potrerillo? Ni loco.