Una historia dolorosa y cargada de impotencia sacude a La Habana. Yoan Cruz Traba, un hombre vulnerable con problemas psiquiátricos, fue enterrado sin que su familia lo supiera, luego de pasar un mes desaparecido en las calles de la capital cubana. Su hermano, Yoel Cruz, denunció entre lágrimas y rabia lo ocurrido: “Me mataron a mi hermano”.
Yoan, quien no recibía tratamiento médico desde hacía meses, desapareció el 3 de junio de 2025. Apenas dos días después, su hermano comenzó a mover cielo y tierra en redes sociales, desesperado por saber algo. Pero la respuesta que recibió fue la peor: su hermano había muerto el 4 de julio, irónicamente el día en que cumplía 50 años. Falleció ingresado en el hospital Julio Trigo, solo, enfermo y olvidado por un sistema que presume de humanismo mientras abandona a su gente.
Según contó Yoel en un desgarrador mensaje en Facebook, Yoan pasó por un centro de deambulantes, hasta que el 18 de junio fue internado por desnutrición, gastroenteritis y problemas cardíacos. Nadie se tomó la molestia de avisar a su familia, a pesar de que Yoel ya lo estaba buscando activamente y lo había reportado a las autoridades.
“Yo responsabilizo directamente a la dictadura de Miguel Díaz-Canel, al MINSAP, a la PNR y a todo el aparato indolente que dejó morir a mi hermano como un perro en la calle”, denunció con valentía. Su mensaje fue un grito de dolor, pero también un acto de rebeldía ante la negligencia de un Estado que ni protege ni cuida.
“Me mataron a mi hermano. Sabían dónde encontrarme. Estaba haciendo publicaciones todos los días, pidiendo ayuda. Lo enterraron sin permiso, como si no valiera nada”, dijo. Su indignación no se quedó ahí. Denunció también que nunca recibieron una visita de un trabajador social, ni de un psicólogo, ni de nadie del gobierno, salvo una enfermera que aparecía cada cinco meses para ponerle una inyección.
El testimonio de Yoel expone crudamente una realidad que muchos cubanos conocen muy bien: la desprotección total del pueblo ante un régimen más preocupado por cuidar su imagen que por salvar vidas. Esta no fue una muerte natural. Fue una consecuencia directa del abandono, la indolencia y la burocracia desalmada que impera en el país.
“A mí me van a tener que matar también. No le tengo miedo a la muerte. Ya yo estoy muerto, y que no me vengan con el cuento del bloqueo. Esto es culpa de ustedes”, remató Yoel con la voz rota y el corazón hecho trizas.