La joven cubana Thaly Lages se lanzó de lleno a una lipoescultura con transferencia de grasa a los glúteos en plena Cuba —y como buena cubana sin pelos en la lengua, soltó toda la verdad del proceso en sus redes sociales. Desde los primeros segundos del video dejó claro que «esto no es como en otros países», y vaya que no lo es.
Según su propio testimonio, lo más engorroso fue dar con un cirujano confiable. En Cuba no existen plataformas donde ver referencias reales, ni rankings de médicos, ni testimonios verificables. Aquí no hay clínicas de lujo con catálogos de antes y después, ni sistema para elegir la fecha de la operación. Te toca esperar el turno que te den, como en una cola más del sistema, y a cruzar los dedos.
Pero lo peor, según cuenta Thaly, llega después de salir del salón de operaciones. El postoperatorio en Cuba se convierte en una travesía casi surrealista: no hay fajas, ni tablas, ni medias de compresión en ninguna tienda oficial. Todo hay que buscarlo en el mercado negro, si tienes suerte, y a precios que asustan. Como ella misma dijo, “la recuperación aquí no es juego, porque ni lo básico hay”.
Su video, como era de esperar, desató un mar de comentarios. Algunas mujeres le agradecieron por hablar sin tapujos y hasta le preguntaron detalles del hospital y los precios. Otras no fueron tan suaves: “Conclusión: no se operen en Cuba”, soltó una seguidora con total franqueza.
Desde Miami también saltó la crítica: una especialista de una clínica estética dejó caer que “en Cuba no hay ni los recursos ni la mitad de lo necesario para un BBL decente”. Y otra usuaria contó su drama con una rinoplastia: “Fue la peor decisión de mi vida, quedé peor y no tuve ni a quién reclamarle. Si pudiera volver atrás, me sacaba del salón a trompones yo misma”.
Aunque Thaly dice estar contenta con el resultado y afirma que lo volvería a hacer —eso sí, solo con el mismo médico—, su experiencia no deja de reflejar el desastre que es el sistema de salud cubano, incluso en el terreno estético. Una cirugía en Cuba no es solo una operación, es una aventura sin garantías, y el que se meta en eso, que sepa que está tirando los dados.
Detrás del glamour que algunos intentan vender, la realidad de las cirugías plásticas en la isla está marcada por la escasez, la improvisación y la falta total de control. Y como todo lo que toca el régimen, este sector también está atrapado en el mismo ciclo de desorganización, desinformación y abandono que sufre el resto del país.