Desde tierras lejanas, donde la salud no es un privilegio reservado para unos pocos, Amanda Lemus Ortiz renace con una sonrisa que vale más que mil discursos vacíos del castrismo. Esta niña cubana, que el año pasado fue sometida a un trasplante de hígado en España, es hoy símbolo de esperanza, resistencia y amor, gracias a la solidaridad de activistas que lograron sacarla del desastre sanitario que asfixia a Cuba.
Una de esas activistas, Yamilka Laffita, compartió este miércoles una imagen que ha derretido corazones: Amanda junto a su madre, ambas llenas de luz y vida. “Este binomio se ha convertido en símbolo de resistencia y amor”, escribió emocionada. “La sonrisa de Amanda tocó corazones y dejó una huella profunda en todos los que tuvimos la suerte de cruzarnos con ella”.
Y no es para menos. Amanda es pura valentía, y su madre, un ejemplo de fuerza que desafía la desesperanza sembrada por un sistema que ha convertido la salud en ruina y abandono. Juntas, demostraron que el amor y la fe pueden abrir caminos incluso donde el régimen solo pone trabas.
“Nos enseñan que no hay obstáculo imposible si se lucha con esperanza y coraje. Esta pequeña guerrera nos recuerda que siempre hay razones para creer, incluso cuando todo parece perdido”, dijo Laffita con la voz llena de gratitud.
La operación se realizó en marzo de 2024, en Madrid. El padre de Amanda, Emmanuel, fue quien donó el pedazo de hígado que le devolvió la vida a su hija. Desde entonces, poco a poco, Amanda se ha ido recuperando, creciendo en un entorno donde la vida vale y la salud se cuida.
Mientras tanto, en Cuba, niños como Amanda siguen dependiendo de milagros, de campañas solidarias y del sacrificio de familias que tienen que cruzar medio mundo para escapar del abandono estatal. El caso de Amanda no es una excepción, es un grito que denuncia lo que otros callan: que en la isla, la salud pública es un naufragio más del modelo que solo genera miseria.
Bendiciones para Amanda y su familia, que hoy respiran paz y vida en un país donde el futuro no está secuestrado por la ideología ni el desgobierno. Y que su historia siga inspirando a quienes aún sueñan con un país donde ningún niño tenga que ser un exiliado para poder vivir.