La Habana vuelve a arder, y no precisamente por el calor del verano. En la tarde de este viernes, un incendio se desató en la céntrica zona de 17 y B, en El Vedado, dejando una densa columna de humo que se podía ver desde varios puntos de la ciudad. Como ya es costumbre bajo este régimen opaco, no se ha ofrecido información oficial sobre las causas del siniestro ni sobre la edificación afectada.
El video que destapó la alarma fue publicado en redes por la usuaria Yeny Casanueva, mostrando cómo las llamas devoraban una estructura mientras el misterio —y el miedo— se apoderaban de los vecinos. La falta de detalles no sorprende a nadie. En Cuba, la transparencia arde más rápido que el cartón mojado, y los medios estatales prefieren guardar silencio antes que admitir fallos.
El fuego no es nuevo en El Vedado, una barriada histórica del municipio Plaza de la Revolución que en los últimos tiempos ha sido escenario de varios incendios, muchos relacionados con las deterioradas condiciones habitacionales y el auge de las motos eléctricas, bombas sobre ruedas en un país donde la infraestructura eléctrica está hecha polvo.
En junio pasado, otra explosión sacudió un edificio de la misma calle 17, esquina con J. Una moto eléctrica fue la culpable. El fuego alcanzó el segundo piso del inmueble y, por suerte, no se reportaron víctimas. Pero el susto fue grande, y el peligro, real.
Los comandos 5 y 19 del Cuerpo de Bomberos llegaron al sitio y lograron contener las llamas. Aun así, la sensación de abandono e inseguridad persiste. Porque cuando no hay corriente, no hay agua o no hay comida, solo falta que se te prenda fuego la casa para completar el combo de desgracias made in Cuba.
En enero de este año, otro incendio estremeció El Vedado, esta vez en la intersección de 27 y A. Aquello también provocó una fuerte movilización de los bomberos y un susto colectivo entre los habaneros, que viven entre apagones y sobresaltos, sin garantías mínimas de seguridad.