En un país donde todo escasea menos la paciencia del pueblo, una joven cubana soltó lo que llevaba por dentro y lo dijo sin pelos en la lengua: lleva más de dos semanas sin una gota de agua en su casa. Y no, no es una exageración.
La denuncia, cargada de frustración, se hizo viral en TikTok gracias a la usuaria @soy_thalyholguin, quien decidió grabarse contando su drama diario. Un video de poco más de un minuto que ha hecho temblar las redes, no por efectos especiales ni bailes, sino por la dura realidad que retrata.
“Vivo en Cuba y llevo dos semanas sin agua. Sí, mi amor, como lo oyes: dos semanas sin agua”, arranca diciendo con una mezcla de indignación y agotamiento. Y sigue soltando la verdad como quien no puede más: “No tengo agua ni para tomar, ni para fregar, ni para limpiar, ni para lavarme el… bueno, ya sabes tú. Perdón, pero es la realidad”.
La joven no se guardó nada. Contó que ha tenido que comprar agua en la calle a precios absurdos, porque los que venden se aprovechan del desespero ajeno. “Pasó uno vendiendo pomos y, claro, carísimos, porque saben que uno no tiene de dónde sacar. Y así, aunque sea, puedo cocinar, fregar o darme un baño”, explicó entre rabia e impotencia.
Mostró frente a la cámara lo último que le quedaba en el refrigerador: “ese poquito” de agua, como ella misma lo llamó. Confesó que está tan estresada que ya no puede más. “Me gusta tener mi casa limpia, ordenada, y ahora está hecha un churre. Si uso el agua en eso, entonces no puedo cocinar ni lavar la ropa. ¡Hace rato que no lavo mi ropa! No sé qué más hacer… esto no es vida”, soltó, con la voz al borde.
Los comentarios no se hicieron esperar. Gente de todas partes le escribió, algunos asombrados, otros solidarios. “Dos semanas… eso es demasiado tiempo”, comentó uno. Otros recordaron que en lugares como México también pasan por sequías y cortes, aunque allá al menos hay opciones privadas. “Aquí en Cuba es resignación y resistencia forzada, no elección”, opinó otra usuaria.
Pero más allá del desahogo de Thaly, su denuncia es el reflejo de una situación mucho más grande: el colapso absoluto del sistema hidráulico cubano, otro desastre que el régimen maquilla mientras la gente se baña con botellas recicladas.
En Sancti Spíritus, por ejemplo, el agua llega con larvas, gusanos y hasta peces, literalmente. La gente tiene que colarla como si fuera jugo, y aún así no se sabe si se puede usar. En Santiago de Cuba hay barrios que llevan más de dos meses sin servicio por tubería, dependiendo de pipas que llegan cuando les da la gana, en medio de una sequía que no perdona y un sistema que hace rato dejó de funcionar.
Otras familias, sin opción, han tenido que irse a los ríos a lavar la ropa y asearse como si estuviéramos en el siglo XIX. Porque además del agua, los apagones también hacen de las suyas, apagando esperanzas y reventando la paciencia de un pueblo que lo único que no ha perdido todavía es la capacidad de aguantar.