El Ministerio de Trabajo y Seguridad Social salió este miércoles a apagar fuegos en redes sociales, asegurando que la edad de jubilación en Cuba no cambiará. Según el comunicado oficial, las mujeres seguirán retirándose a los 60 años y los hombres a los 65, como establece la Ley 105 de Seguridad Social. Pero más allá del desmentido, la realidad es otra: los jubilados en Cuba no viven, sobreviven, y el malestar social sigue creciendo, por mucho que traten de disfrazarlo con tecnicismos legales.
El régimen echa agua a los rumores, pero el fuego está encendido
Desde hace semanas se venía cocinando en la calle y en internet la sospecha de que el gobierno pretendía aumentar la edad de retiro. Y no es un cuento nuevo. En 2019, la exministra Margarita González ya había soltado la idea de “revisar” la edad jubilatoria, escudándose en el envejecimiento de la población y la falta de fuerza laboral joven.
Y cómo no va a haber escasez de mano de obra, si los jóvenes están huyendo del país como pueden, buscando futuro en otras tierras. Mientras tanto, más del 20% de los cubanos tiene más de 60 años, y el sistema de pensiones, al borde del colapso, intenta sostenerse en una economía que no produce ni esperanza.
Una subida de pensiones que es puro espejismo
En medio de esta tormenta, el primer ministro Manuel Marrero salió hace unas semanas a anunciar con bombos y platillos un aumento parcial de las pensiones. Según él, a partir de septiembre, más de un millón de jubilados recibirán un “mejoramiento”, siempre que cobren menos de 4,000 pesos mensuales.
Pero como dice el economista Pedro Monreal, eso es como echarle un vaso de agua al mar. Con la inflación disparada y los precios por las nubes, cualquier incremento se evapora en un abrir y cerrar de ojos. El mercado en Cuba es un tiburón: lo que te da el Estado por un lado, te lo muerde la economía por el otro.
De descanso, nada: jubilarse en Cuba es seguir luchando
En teoría, jubilarse debería ser ese momento de la vida donde se recoge lo sembrado. Pero en Cuba es todo lo contrario: el retiro marca el inicio de una nueva batalla por sobrevivir, con una pensión que no alcanza para comida, ni medicina, ni electricidad, ni transporte. Nada.
Muchos ancianos no pueden darse el lujo de descansar. Siguen trabajando como custodios, limpiando casas o vendiendo cualquier cosa en la calle, porque no hay de otra. El cuerpo ya no aguanta, pero el estómago no entiende de leyes laborales.
Reforma laboral en el horno… ¿con sorpresa incluida?
Ahora el régimen anuncia una gran “actualización” del Código de Trabajo, que supuestamente se debatirá entre septiembre y noviembre. Dicen que no tocará la edad de retiro, pero ¿quién se fía de una dictadura que cambia las reglas del juego sin consultar a nadie?
En resumen, aunque digan que todo sigue igual, los cubanos no están tranquilos. El gobierno insiste en que no habrá cambios, pero en el fondo sabe que el sistema no aguanta más. La isla se envejece, los jóvenes se van, la economía se hunde… y los viejitos, que lo han dado todo por este país, tienen que seguir fajados para poder desayunar pan con algo.
