En Cuba la chapucería no descansa, y esta vez le tocó el turno a la Calle M, entre 19 y 21, en pleno Vedado habanero, donde autoridades locales decidieron rellenar una zanja con piedras sueltas… y hasta latas de cerveza. Sí, como lo lees: nada de asfalto, ni cemento. Puro invento y desidia.
Una zanja peligrosa en el corazón de La Habana
Vecinos del barrio, cansados de tanta desorganización, explotaron en redes sociales al ver cómo una de las arterias más importantes del municipio Plaza fue «reparada» como si fuera un solar abandonado.
“Esto es un desastre”, “una trampa para carros y motos”, se leía entre los comentarios de la publicación hecha por Jorge L. Morell González en el grupo de Facebook El Vedado de Hoy. El hombre compartió fotos que hablan por sí solas: piedras grandes, huecos desparejos, y hasta latas aplastadas como si fueran parte del relleno oficial.
La excusa de siempre: “no hay con qué”
Y como era de esperarse, cuando se pidió explicación a las autoridades, la respuesta fue tan absurda como alarmante: “No se puede tapar ahora porque no hay materiales”. Otra vez el cuento del bloqueo, la escasez y el «no se puede», mientras la ciudad se cae a pedazos y los ciudadanos tienen que esquivar huecos como si estuvieran en una pista de obstáculos.
Comparaciones que indignan aún más
Lo que más molesta a los vecinos es que a solo unas cuadras, en la Calle 21 entre L y N, se hizo un trabajo similar pero mucho mejor resuelto: ahí sí taparon con cemento y hasta dejaron la zona lista para el asfalto.
Entonces, la pregunta que salta sola es: ¿por qué a unos sí y a otros no? ¿Quién decide qué zona merece una solución decente y cuál no?
Un peligro que nadie quiere asumir
La improvisación no solo es fea, también es peligrosa. Una zanja mal tapada puede causar accidentes graves, sobre todo en una calle tan concurrida como la Calle M, que además sirve como vía alternativa cuando hay eventos en el Malecón.
Según explicó Morell, motociclistas, carros y hasta peatones están en riesgo constante, y lo peor: nadie del gobierno parece estar dispuesto a asumir responsabilidad.
¿Inspección o teatro?
Tras la denuncia, un inspector de la estatal Aguas de La Habana visitó la zona para hablar con los vecinos. Pero ya muchos dudan de que eso sirva de algo. “Vino, preguntó, anotó… y se fue. Lo mismo de siempre”, comentaron en redes.
Una postal más del abandono institucional
Este caso no es único. Es una muestra más de la improvisación crónica, el abandono urbano y la total falta de respeto hacia el ciudadano común. Mientras el régimen se vanagloria de ferias, congresos y discursos vacíos, las calles de La Habana siguen siendo un reflejo de la miseria estatal.
Y mientras tanto, el pueblo esquiva piedras, huecos y excusas.