Después de meses de angustia, denuncias sin respuesta y una infancia marcada por el horror, Marlon de Jesús Cruz Espinosa, un niño cubano víctima de maltrato en Holguín, por fin ha sido entregado a quien nunca dejó de luchar por él: su abuela paterna. La noticia fue confirmada este viernes por el activista cubano Guillermo Rodríguez Sánchez, quien no dudó en describir el hecho como “un pedacito de justicia”.
El caso de Marlon no fue uno más. El pequeño vivió situaciones extremas de violencia derivadas, según los reportes, de las relaciones disfuncionales de su madre, Maylín Espinosa Gálvez, y su pareja, Hamilton Martínez. No estamos hablando de simples gritos o negligencia. Marlon ya había sufrido un tajazo de machete durante una pelea doméstica y había perdido varios dientes en otro incidente. Sí, así de fuerte y triste.
Gracias a la presión de las redes sociales, donde se compartieron evidencias y testimonios desgarradores, y al esfuerzo incansable de su abuela, que llevaba más de un año suplicando a las autoridades por la custodia del niño, la pareja accedió finalmente a entregar al menor. No fue el resultado de una acción oficial visible, sino más bien de la visibilidad que ciudadanos comunes lograron darle al caso.
“Este pequeño acto de justicia se logró gracias a la gente que compartió el dolor de una abuela desesperada, que solo quería salvar a su nieto”, dijo Rodríguez Sánchez en un post que ha tocado muchas fibras en la comunidad cubana dentro y fuera de la Isla.
Por ahora, no hay confirmación de que las autoridades cubanas hayan intervenido formalmente. Lo que sí se sabe es que el niño ya está fuera del entorno de abuso, y eso, aunque insuficiente, es un primer paso.
Antes de que se concretara esta entrega, la familia había sido obligada a mudarse del barrio Cuatro Caminos en Rafael Freyre al municipio de Antilla, producto de la presión de los vecinos, que no soportaban ver más sufrimiento en silencio.
El caso de Marlon salió a la luz justo después de otro suceso espantoso: la muerte del pequeño Roberto Carlos Suárez Machado, un niño de apenas dos años asesinado a golpes por su padrastro en Matanzas. Ese crimen estremeció al país entero y puso el foco en una verdad dolorosa: la violencia infantil en Cuba existe y muchas veces se esconde tras la impotencia y el miedo.
Hoy Marlon está a salvo. Pero como bien dice su abuela: esto no es justicia plena, es apenas un pedacito. Porque en Cuba, proteger a los más pequeños todavía depende más de la presión popular que de un sistema legal efectivo.