La Habana volvió a estremecerse este fin de semana con una noticia que deja al descubierto una realidad cada vez más cruda: los ancianos en Cuba no solo luchan contra el olvido de sus mentes, sino también contra la violencia de una sociedad que se descompone. Eduarda, una señora de 88 años diagnosticada con Alzheimer, fue hallada con signos de violencia después de haber sido reportada como desaparecida en el reparto Camilo Cienfuegos.
Una noche de angustia y un final agridulce
Todo comenzó el sábado 2 de agosto, cuando Eduarda salió de su casa sin que nadie lo notara. Su familia, al darse cuenta de su ausencia, activó una búsqueda desesperada, apoyada por los vecinos y por usuarios en redes sociales, quienes circularon su foto y una descripción: vestía una bata naranja, ya bien gastada por el tiempo y el uso.
Horas más tarde, un vecino la encontró. Caminaba desorientada, rumbo a Bejucal, cuando fue interceptada por un sujeto que le arrebató la cartera y la tiró al suelo como si fuera un trapo viejo. Afortunadamente, no llevaba objetos de valor. Pero eso no evitó que se llevara varios golpes que, con su edad, bien pudieron ser fatales.
“La tiraron al piso y tiene varios golpes. Pero ya está en casa. Enormemente agradecida”, escribió Meli Rodríguez en un comentario dirigido a la activista Yamilka Lafita (conocida en redes como Lara Crofs), quien también se movilizó para encontrarla.
Un país donde la vejez es sinónimo de abandono
Este caso, que por suerte no terminó en tragedia, deja al desnudo una Cuba cada vez más hostil para sus adultos mayores, sobre todo aquellos que enfrentan enfermedades como el Alzheimer. Ya no es solo el hambre o la falta de medicinas: ahora también tienen que cuidarse de ser víctimas de asaltos, incluso cuando andan perdidos y vulnerables por las calles.
En un país donde el régimen se jacta de “proteger a sus abuelos”, la realidad habla por sí sola: los ancianos están más solos que nunca, sin seguridad, sin condiciones dignas y a merced de una criminalidad que crece en medio del caos social.
Los familiares de Eduarda, especialmente su hija y su yerno, agradecieron la ayuda solidaria que recibieron durante esas horas de desesperación. Pero también se quedaron con la amarga certeza de que la vida de una persona mayor en Cuba hoy cuelga de un hilo. Uno que se rompe cada vez más fácil, mientras el gobierno sigue mirando para otro lado.
La violencia callejera y la inseguridad en barrios habaneros como el Camilo Cienfuegos ya no son excepciones: son parte del día a día. Y para una anciana con demencia que solo quería regresar a casa, el precio fue la humillación, los golpes… y el silencio cómplice de un sistema que abandonó hace rato a los más frágiles.