En medio del descontrol total que reina en los campos de Cuba, un nuevo capítulo de corrupción y delincuencia ganadera sacude al municipio Río Cauto, en Granma. Esta vez, un grupo de matarifes fue sorprendido transportando carne de res robada en vehículos estatales, como si fuera la cosa más normal del mundo.
El hecho fue reportado por la página oficialista El Cubano Fiel, que intentó maquillar la situación, pero terminó destapando un caso que deja al régimen con las costuras al aire.
La carne viaja… ¡en carros del Estado!
Según lo publicado, la policía interceptó a los delincuentes luego de que sacrificaran varias reses cerca de la presa Cauto el Paso. La idea era mover la carne de madrugada hacia el municipio Río Cauto, utilizando carros que, curiosamente, pertenecen a alguna entidad estatal.
Pero aquí viene la parte más sospechosa del asunto: el informe no revela a qué organismo pertenecen esos vehículos, ni mucho menos si hay funcionarios implicados o detenidos. Una omisión que huele a encubrimiento por parte del régimen.
«Parecía un matadero clandestino»
Cuando las autoridades llegaron a la casa de uno de los involucrados, se toparon con un espectáculo dantesco: más de mil libras de carne, herramientas para el despiece, restos de animales por doquier, y los matarifes con las manos en la masa.
Vecinos de la zona afirman que no era la primera vez que esta banda operaba impunemente, despojando a los campesinos de sus animales sin que nadie del gobierno hiciera nada. Y es que en la Cuba de hoy, la ley se aplica con fuerza solo al pobre que mata una vaca por hambre… pero cuando hay vínculos con instituciones estatales, la justicia se hace la ciega.
Los campos están a merced de los ladrones
Lo más triste es que esto no es un caso aislado. Desde Pinar del Río hasta Guantánamo, los campesinos repiten la misma historia: los robos de ganado están fuera de control, y el gobierno no tiene ni capacidad ni voluntad para frenarlos.
Hace solo unos días, en el poblado El Cristo (Santiago de Cuba), un encapuchado robó un caballo en plena madrugada, y aunque todo quedó captado por una cámara de seguridad, la policía aún no ha dicho ni esta boca es mía.
En Manzanillo, también en Granma, cuatro sujetos fueron arrestados por matar un toro ajeno en Cayo Espino. Y en Holguín, un matarife borracho robó un caballo, lo llevó a casa de su madre, lo sacrificó y se quedó dormido encima del animal muerto, como si eso fuera un colchón.
En Matanzas, otro individuo intentó llevarse un caballo por la fuerza y terminó agrediendo al dueño, mientras que en Guantánamo, el tribunal de San Antonio del Sur castigó con solo tres años de cárcel a un hombre que había robado dos caballos a principios de año.
Una economía que se desangra… y un régimen que no reacciona
Mientras la propaganda oficial habla de “esfuerzos para proteger la ganadería”, el campo cubano está siendo saqueado con total impunidad. Y lo más grave es que muchas veces, como en este caso, los recursos del propio Estado son los que se usan para facilitar estos crímenes.
El mensaje es claro: la delincuencia no solo ha penetrado los barrios, también se sienta en los escritorios de las oficinas estatales. El pueblo pasa hambre, pero la carne vuela… y no precisamente hacia las neveras de los cubanos.
¿Hasta cuándo los campesinos van a seguir perdiendo sus animales sin protección? ¿Cuántos más tienen que ser asaltados mientras el Estado mira hacia otro lado? En una isla donde robar una vaca es peor que matar a un hombre, queda claro que la justicia es selectiva… y siempre juega para el lado del poder.
