Un accidente de esos que te dejan sin aliento sacudió la tarde del sábado a la ciudad de Bayamo. En plena salida hacia Holguín, un auto particular terminó literalmente partido en dos luego de ser impactado con fuerza brutal por un carro de turismo que, según testigos, venía a una velocidad criminal.
Las imágenes que circulan en redes sociales no necesitan explicación. El carro azul quedó desbaratado, como si lo hubieran reventado con un machetazo: la parte delantera incrustada contra la acera y la parte trasera regada en el medio de la carretera. La escena, cubierta de fragmentos de metal y plásticos, tenía a los vecinos boquiabiertos y en shock.
“Aquello fue como una explosión, un estruendo seco y después el silencio. Ni parecía un accidente, parecía una película”, comentó un testigo que se acercó tras el impacto.
Los lesionados fueron llevados de inmediato al hospital Carlos Manuel de Céspedes, aunque hasta el momento las autoridades no han dado cifras claras ni sobre cuántos son ni en qué estado se encuentran. Lo único confirmado es que el choque fue tan fuerte que el carro de turismo también quedó hecho trizas por delante.
Como casi siempre, la policía está “investigando las causas”, pero el pueblo ya sabe por dónde va el asunto: exceso de velocidad, negligencia y una red vial que hace agua por todos lados. Una mezcla explosiva que ya ha cobrado demasiadas vidas.
Este suceso vuelve a poner sobre la mesa los peligros reales de moverse por las carreteras cubanas, donde no solo hay que esquivar baches del tamaño de una piscina, sino también la irresponsabilidad al volante y un Estado que ni educa ni controla como debe. Porque lo que falta no es solo asfalto, falta también una política seria de seguridad vial y un mínimo de respeto por la vida humana.
Y mientras los medios oficiales apenas murmuran, las redes sociales sacan a la luz lo que el régimen trata de esconder: que la tragedia está a la vuelta de cada curva. En una isla donde todo se improvisa, ni el tráfico se salva del abandono.