Una adolescente de 14 años, identificada como Diamelis Delgado Granados, sigue recuperándose en la sala de terapia intermedia del Hospital Pediátrico José Luis Miranda, en Villa Clara, tras sobrevivir a una descarga eléctrica que la sorprendió el pasado domingo en el municipio de Manicaragua.
De acuerdo con el informe oficial publicado por la prensa estatal, la joven se encuentra consciente, orientada y bajo estricta vigilancia médica, mientras el equipo de especialistas continúa aplicando los protocolos establecidos para este tipo de accidentes.
La doctora Magaly Molina Díaz, intensivista del centro, aseguró que la respuesta de la paciente ha sido positiva, aunque sigue en observación para garantizar que no surjan complicaciones.
Un rayo que estremeció a toda una comunidad
La descarga eléctrica que hirió a Diamelis no solo dejó marcas en su cuerpo, sino también un profundo dolor en su comunidad. Ese mismo día, otros tres menores de edad —todos entre los 13 y 14 años— perdieron la vida de forma trágica, en un episodio que ha vuelto a encender las alarmas sobre la exposición de niños y adolescentes a fenómenos meteorológicos extremos en un país sin recursos ni prevención real.
Entre las víctimas mortales se encontraba Jorge Alejandro de la Coba Monteagudo, un joven cubano residente en Estados Unidos que se encontraba de vacaciones en la isla. También fallecieron Andy Alberto Turiño González y Analía García Rodríguez, ambos naturales del municipio.
La Cuba de hoy: donde hasta el cielo parece ensañarse con los más jóvenes
Lo que ocurrió en Manicaragua no es un caso aislado. A inicios de junio, en el municipio de Bauta, provincia de Artemisa, dos adolescentes murieron tras ser alcanzados por un rayo mientras jugaban fútbol al aire libre. Como si eso no fuera suficiente, ese mismo día se reportó la muerte de una niña de apenas tres años, víctima de ahogamiento en Playa Baracoa.
Estas tragedias recurrentes no solo son resultado de la fuerza de la naturaleza, sino también del desinterés criminal de un Estado incapaz de garantizar seguridad y protección a su pueblo, mucho menos a los más vulnerables.
Según un estudio conjunto del CITMA y el Instituto de Meteorología, las descargas eléctricas constituyen la principal causa de muerte por fenómenos naturales en Cuba. Solo entre 1987 y 2017, los rayos cobraron la vida de 1,742 personas, con un promedio de 54 fallecimientos cada año. Granma, Holguín, Camagüey y Santiago de Cuba encabezan esta trágica estadística, con los picos más altos en los meses de verano, cuando los apagones y el calor empujan a los cubanos a exponerse aún más al peligro.
Un país sin advertencias, sin infraestructura y sin futuro
En cualquier nación mínimamente funcional, estas muertes serían evitables con sistemas de alerta temprana, planes educativos, refugios accesibles y acciones comunitarias. Pero en la Cuba de hoy, el caos reina, la vida vale poco y la previsión brilla por su ausencia.
El régimen sigue haciendo gala de discursos vacíos mientras la gente sigue muriendo por causas que, con voluntad y gestión, podrían evitarse. Mientras los altos cargos viven protegidos por comodidades y privilegios, los niños de barrios humildes pagan con su vida el precio de un país en ruinas.
Diamelis lucha por su vida, y con ella, la esperanza de muchas familias cubanas que claman por un cambio real. Porque ni los rayos, ni las lluvias, ni las desgracias tienen la culpa cuando el verdadero desastre lleva décadas instalado en el poder.