En Cuba, enfermarse ya no es solo cuestión de salud, sino también de suerte, dinero y paciencia. Y si no, que lo diga Yamisledis, una joven cubana que vive en Holguín y a quien le tocó el peor escenario posible: ser diagnosticada con cáncer de mama y no tener cómo enfrentarlo. Porque sí, en pleno 2025, en un país que por años se vanaglorió de tener uno de los “mejores sistemas de salud del mundo”, hoy las personas tienen que mendigar insumos para sobrevivir.
Yamisledis vive en Buenaventura, un barrio humilde del municipio Calixto García, y su realidad es la de muchos: extrema pobreza, cero ingresos y un sistema de salud que le ha dado la espalda. No ha podido recibir quimioterapia ni ser operada, porque en el hospital le piden que lleve sus propios insumos. Sí, como lo lees, ¡lleva tú los guantes, las gasas, los sueros… lo que sea! Y si no puedes, pues… suerte con eso.
“Todavía no sé si me puedan operar. Capaz ya es demasiado tarde”, contó con resignación en una entrevista para Univisión Noticias. Yamisledis depende de su madre y de la buena voluntad de quienes puedan ayudarla. Mientras tanto, el cáncer avanza y la esperanza se desmorona como el propio hospital donde debería estar recibiendo atención.
Y no es la única. Yanet Pérez, madre soltera de tres niños, también vive este drama. Su caso fue igual de indignante. Necesita operarse de una hernia vaginal, pero en el hospital de Holguín le dijeron que tendría que esperar un año… a menos que, claro, llegara con su “combo de insumos médicos” comprado en el mercado negro. Entonces, en una semana, ¡zas! cirugía hecha.
“Los médicos me piden cosas que yo no puedo pagar. Vivo de una chequera, ¿qué quieren que haga?”, reclamó Yanet, quien decidió acudir a la prensa internacional para que el mundo supiera lo que estaba pasando. Y funcionó. Tras la denuncia, el Hospital Lenin de Holguín le dio fecha para la operación y, milagrosamente, sin exigirle nada. ¿Milagro o miedo a quedar peor expuestos?
Estos casos reflejan algo que ya es imposible tapar con discursos: el sistema de salud cubano está en crisis. Y no lo decimos nosotros: en julio pasado, el mismísimo ministro de Salud Pública, José Ángel Portal Miranda, lo reconoció frente a la Asamblea Nacional. Habló de “una crisis estructural sin precedentes” y de un sistema que solo tiene el 30% de los medicamentos básicos disponibles. O sea, si vas a una farmacia, lo más probable es que salgas con las manos vacías… o con suerte, un paracetamol de la era soviética.
El ministro también sacó a la luz lo que todo el mundo comenta en pasillos y redes: faltan insumos, los hospitales están en ruinas, los médicos se van del país, la mortalidad materna e infantil crece y la corrupción está metida hasta en la sala de urgencias. Pero eso sí, no hubo autocrítica. Como de costumbre, la culpa fue para el embargo. Nada de hablar sobre la mala gestión, la burocracia o el desvío de recursos.
Y mientras tanto, la salud en Cuba, que alguna vez fue bandera de orgullo nacional, hoy es un lujo. La mayoría de los medicamentos solo aparecen si pagas en dólares o si tienes un familiar afuera que te los mande. Y ni hablar del turismo, que sigue siendo prioridad número uno para el gobierno, aunque en los hospitales no haya ni agua potable.
En fin, ser paciente en Cuba hoy es más difícil que ganar la lotería. Y como muestran los testimonios de Yamisledis y Yanet, hay vidas en juego. Literalmente.