La Habana volvió a quedar a oscuras en la noche del domingo y la madrugada del lunes. Un apagón masivo sacudió buena parte de la capital cubana, dejando sin corriente a miles de familias por segunda vez en menos de un mes. Y como ya es costumbre, el régimen sale corriendo con su misma cantaleta de siempre: que si una avería, que si fue en la subestación tal, que si están “trabajando en eso”… Pero el pueblo, mientras tanto, pasando calor, hambre y oscuridad.
Según la versión oficial —esa que nadie cree del todo— la culpa esta vez la tiene una falla en la subestación Naranjito, que provocó un efecto dominó sobre otras instalaciones clave del sistema eléctrico habanero. Así lo soltaron la Empresa Eléctrica de La Habana y el Ministerio de Energía y Minas en sendos comunicados que publicaron en redes sociales, como si con eso bastara para calmar la molestia popular.
El apagón fue grande y parejo, con afectaciones en municipios como Diez de Octubre, Plaza, Centro Habana, Habana Vieja, Marianao, Arroyo Naranjo, Boyeros, Cerro, La Lisa, Cotorro, Guanabacoa, San Miguel del Padrón, Playa y Habana del Este. O sea, casi toda la ciudad. Y eso que se supone que La Habana es la “niña linda” del castrismo. Imagínate el resto del país.
“Estamos trabajando sin descanso”, dice la Empresa Eléctrica en su página de Facebook, asegurando que le están dando prioridad a los hospitales y a los lugares que surten de agua a la población. Una promesa que ya nadie se toma en serio. Cada vez que ocurre un apagón, repiten la misma historia como un casete rayado, pero la realidad es que el sistema eléctrico cubano está colapsado y sin esperanzas de mejora mientras el país siga en manos de ineptos.
Para colmo, el Ministerio de Energía y Minas soltó que la cosa no fue solo en La Habana, sino que la avería arrastró al Sistema Electroenergético Nacional. Se cayeron unidades como Mariel 6, ENERGAS y los motores de Moa, lo que significa que el apagón tuvo consecuencias a nivel nacional. Otra prueba más de la fragilidad de una infraestructura que hace agua por todos lados.
Más adelante, el MINEM dijo que comenzaron a recuperar poco a poco la corriente, con el arranque de algunos motores y la entrada de ENERGAS Varadero al sistema. También informaron que todos los hospitales de la capital ya tienen electricidad, así como las principales fuentes de abasto de agua. Pero más allá de eso, no hay claridad sobre cuántos municipios siguen apagados y cuántos ya volvieron a tener servicio.
Según datos oficiales, la UNE estimaba una afectación nacional de hasta 1,675 MW durante la hora pico del domingo, pero tras la avería en la subestación habanera, es lógico suponer que ese número quedó en pañales frente al verdadero impacto.
Y si esto te suena repetido, es porque lo es. El pasado 17 de julio, La Habana ya había vivido otro apagón generalizado, también por una supuesta “avería” en las subestaciones Naranjito, Apolo, Melones, San Agustín, Tallapiedra y Príncipe. Aquella vez culparon a unas “descargas eléctricas” por el disparo en cadena de las instalaciones. Otra excusa más para la colección del desgobierno.
Cuba vive a oscuras, literal y metafóricamente. Cada apagón es una muestra más de que el castrismo está fundido, que el modelo está agotado y que no hay ni voluntad ni capacidad para sacar al país del hueco en que lo han metido. Mientras tanto, la gente sigue sin luz, sin agua, sin comida y sin esperanza… esperando que, al menos por un rato, vuelva la corriente. Porque lo otro, lo más importante, parece que no va a volver nunca mientras los mismos sigan mandando.