¡Villa Clara de luto! Tres niños mueren y otra resulta herida tras ser alcanzados por un rayo durante una tormenta en Manicaragua

Redacción

Una desgarradora noticia estremeció este domingo a los habitantes del municipio de Manicaragua, en Villa Clara. Tres adolescentes perdieron la vida de manera fulminante tras recibir una descarga eléctrica durante una tormenta. Una cuarta menor de 14 años resultó herida y permanece ingresada en un hospital de Santa Clara.

Según reportes oficiales del periodista Henry Omar Pérez, vocero de la prensa estatal, el suceso ocurrió en horas de la tarde. Las víctimas fueron identificadas como Jorge Alejandro de la Coba Monteagudo (14 años), Andy Alberto Turiño González (13) y Analía García Rodríguez (14). Jorge Alejandro residía en Estados Unidos y se encontraba de vacaciones en la isla, compartiendo con sus familiares.

La otra adolescente afectada, Diamelis Delgado Granados, también de 14 años, fue trasladada de urgencia por los servicios médicos al hospital provincial, donde lucha por recuperarse.

Dolor colectivo y silencio oficial

Aunque las autoridades se han limitado a repetir el discurso de “seguimiento inmediato y apoyo a los familiares”, lo cierto es que esta tragedia vuelve a poner en evidencia la fragilidad del sistema de protección ciudadana en Cuba, especialmente ante fenómenos meteorológicos previsibles. Como suele pasar, los cubanos no esperan soluciones ni alertas efectivas por parte de un régimen más ocupado en la propaganda que en la prevención real.

La comunidad ha quedado devastada, sin respuestas claras y con un nuevo golpe al corazón de familias humildes que ahora enfrentan el duelo sin recursos ni garantías. Pérez, desde su cuenta oficial, expresó condolencias, pero el dolor en Manicaragua va mucho más allá de las palabras protocolares.

Una tragedia que se repite

Lo ocurrido este domingo en Villa Clara no es un caso aislado. El pasado 7 de junio, en el municipio de Bauta, Artemisa, dos adolescentes también murieron tras ser alcanzados por un rayo mientras jugaban fútbol al aire libre. Ese mismo día, una niña de apenas tres años falleció ahogada en Playa Baracoa. Tres muertes infantiles en una sola jornada, sin que nadie en el poder se sienta verdaderamente responsable.

Y no es casual. En un país con una infraestructura cada vez más deteriorada y un Estado ausente en la vida cotidiana de su gente, estos incidentes se multiplican. Las estadísticas lo confirman: entre 1987 y 2017, las descargas eléctricas provocaron más de 1,700 muertes en Cuba, según datos del Instituto de Meteorología. Esto representa un promedio de 54 muertes al año, superando incluso los decesos por huracanes.

Sin protección, sin aviso, sin gobierno

Lo más triste es que en una isla donde los medios y las instituciones responden a un aparato de censura y control, la información útil rara vez llega a tiempo. No existen campañas públicas de prevención, no hay refugios adecuados, y los jóvenes crecen sin herramientas ni conocimientos básicos para protegerse de fenómenos naturales.

Lo que debería ser una prioridad, como la educación y protección de los menores ante estos eventos, queda en segundo plano bajo un régimen que ha convertido el abandono en política de Estado. En Cuba, hasta los rayos parecen encontrar más libertad que el propio pueblo.

Una vez más, las víctimas son los inocentes. Y el silencio cómplice del poder se vuelve un eco ensordecedor que pesa más que cualquier tormenta.

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