¿Te imaginas pasar toda tu vida en un hospital? Eso es justo lo que le ha tocado vivir a Evian Herrera Almeida, un niño cubano que, a sus 10 años, nunca ha pisado su casa. Su papá, desde Villa Clara, está cansado de esperar y le exige al gobierno una solución de verdad.
Evian tiene una enfermedad neuro muscular degenerativa que lo mantiene ingresado desde que nació en el Hospital Pediátrico José Luis Miranda. Para su padre, Yenis Herrera Rodríguez, esto es una injusticia que el gobierno no quiere solucionar. Y lo peor es que no hay señales de que eso cambie.
Hace poco, Yenis volvió a usar las redes sociales para denunciar el abandono que sufren y pedir ayuda urgente. Quiere que por fin su hijo pueda salir del hospital y conocer lo que es el calor de un hogar. Porque después de diez años, ese derecho le parece más que justo.
En una de sus publicaciones, el papá mostró imágenes de Evian conectado a un respirador. “No me cansaré de pedir los derechos de mi hijo”, escribió con toda la emoción y la rabia de un padre que siente que le están dando largas.
Este reclamo no es nuevo, pero cada día se vuelve más desesperado. Yenis asegura que ya ha tocado todas las puertas en Villa Clara, pero la respuesta es la misma: nada. Mientras tanto, otros niños con enfermedades similares ya están en sus casas, gracias al apoyo de las autoridades.
“No quiero más mentiras. Mi hijo merece sentir el cariño de su familia, no solo la frialdad de una sala de hospital. Hay paneles solares, aires acondicionados, se puede hacer, solo falta la voluntad”, denunció el padre con un sentimiento que parte el alma.
Además, Yenis asegura que su caso ha sido discriminado. “Otros niños han tenido prioridad, han recibido ayuda y apoyo de altos funcionarios, pero a nosotros nos han ignorado, se han reído de nosotros”, agregó, nombrando a varios funcionarios de Villa Clara que, hasta ahora, ni siquiera le han dado una respuesta.
Evian necesita cuidados especializados, sí, pero su papá insiste en que con un equipo básico —energía estable, aire acondicionado y algunos dispositivos— su hijo podría vivir en casa sin riesgos. “¿Es mucho pedir después de diez años?”, pregunta con frustración.
Y no solo le habla a los funcionarios provinciales, Yenis ha llegado a pedirle ayuda directamente a Miguel Díaz-Canel, el presidente de Cuba. “Exijo que haga algo ya, porque sus subordinados no lo han hecho, si es que se digna”, escribió con toda la rabia contenida.
El dolor de este papá no es solo una crítica institucional, es el desespero de alguien que lleva años peleando solo. “Solo quiero que mi hijo conozca lo que es vivir en familia, sentir cariño fuera de un hospital. No pido lujo, pido dignidad”, concluyó.
Evian, aunque ya camina por los pasillos del hospital y sale un poco, nunca ha probado algo tan simple como dormir en su cama, ver televisión en casa o comer junto a su familia. Diez años entre cuatro paredes clínicas, sin experimentar la vida normal que cualquier niño merece.
Este caso podría haberse quedado en el olvido, como tantos otros, pero el papá decidió que no. Su lucha no solo es por una solución médica, sino por respeto, justicia y una respuesta concreta.
Y en medio de esta historia de abandono estatal, hay ejemplos que muestran que la solidaridad puede hacer la diferencia. Como el caso de Ahittana, una niña con síndrome de Lennox-Gastaut, que gracias a la ayuda colectiva de personas solidarias pudo salir del hospital y tener una casa adaptada.
La mamá de Ahittana, Marielys Pérez, compartió con emoción el cambio que les permitió una vivienda acondicionada para el cuidado de su hija, mostrando que con unión y voluntad, la vida puede mejorar, aunque el sistema falle.
Su historia también es de lucha y sacrificio. Para costear los gastos médicos, Marielys incluso vendió su cabello y pidió ayuda para conseguir ventiladores y equipos médicos que en Cuba son difíciles de encontrar.
Así, entre historias de dolor y esperanza, se revela una verdad clara: muchas familias cubanas enfrentan una dura batalla por la salud de sus hijos. Y aunque el gobierno brinde pocas respuestas, la solidaridad y el amor nunca se detienen.