Desde las redes sociales, una vez más, se nos cuela el dolor de un país partido en pedazos. Un video reciente publicado por la cuenta de TikTok @maka.lacasademaka muestra una escena que, lamentablemente, se ha vuelto rutina para miles de cubanos: una despedida entre seres queridos, marcada por la distancia y la tristeza.
En esta ocasión, las protagonistas son las actrices Maka (María Karla Rivero), Coralita Veloz y Tahimí Alvariño, quienes lograron reencontrarse brevemente en Punta Cana, lejos de Cuba, porque en su propia tierra ya no pueden hacerlo con libertad ni tranquilidad. Las lágrimas y los abrazos apretados no son solo de ellas; son también de un pueblo entero que lleva demasiado tiempo despidiéndose.
«Es muy jodido, muy triste que las familias estén divididas y que haya un solo responsable: esa jodida dictadura», soltó el actor Jean Michel con toda la rabia contenida de años. Palabras que resuenan como eco en el pecho de millones que no pueden abrazar a sus viejos, ni ver crecer a sus hijos, ni despedirse como Dios manda de sus muertos.
Una tragedia cotidiana para los cubanos de a pie
El clip generó una ola de comentarios cargados de empatía, tristeza y también indignación. Desde quienes comparten ese mismo vacío en carne propia, hasta quienes claman por una Cuba donde no haya que tomar aviones ni hacer maromas para ver a la familia. Una usuaria lo resumió todo en una frase simple pero poderosa: «Qué tristeza. Es durísima esa despedida».
No es la primera vez que esta familia se convierte en símbolo de lo que muchos viven en silencio. Hace apenas unas semanas, el reencuentro en Punta Cana había sido motivo de alegría y celebración entre Maka, Coralita y Tahimí. Un respiro entre tanta ausencia. Pero, como pasa casi siempre en la vida del cubano, la felicidad dura poco. Llegó el momento de volverse a separar, y con él, el nudo en la garganta.
Coralita: entre la salud y el exilio
Desde que en 2022 Coralita Veloz logró salir de Cuba y llegar a Miami, ha vivido de todo. Primero, el alivio de reencontrarse con su hija Maka y el resto de la familia. Luego, en mayo de este año, una dura batalla de salud tras fracturarse el hombro derecho. La operación fue delicada, pero salió airosa. “Estoy atornillada”, dijo en tono jocoso, aunque todos sabemos que el alma también queda rota en pedacitos cuando uno se va de Cuba dejando tanto atrás.
Y no solo es Coralita. También Maka y Tahimí, a quienes vimos en 2023 fundirse en un abrazo en Bogotá después de años sin verse. “Te amo hermana, que no me faltes nunca”, escribió Maka en redes, con los hijos de ambas presentes. La familia, al menos por un momento, se volvió a juntar.
El muro invisible que levanta el régimen
Pero, ¿por qué estas despedidas no pueden suceder en Cuba, en nuestras playas, en nuestras calles? Porque el régimen se ha empeñado en dividirnos, en regularnos, en impedir que una madre abrace a su hija solo por pensar diferente o vivir fuera. Las restricciones migratorias impuestas por el gobierno cubano se han convertido en un castigo colectivo.
Son muchos los cubanos con residencia en el extranjero que, a pesar de tener sus papeles en regla, han sido “regulados”: una palabra que en Cuba se ha vuelto sinónimo de humillación, censura y castigo. Es otra forma de control, otro grillete invisible.
“Es muy triste que esto lo tengamos que hacer fuera de nuestra isla”, repitió Jean Michel con la voz quebrada. Y tiene razón. Porque el problema no es la distancia geográfica, sino la muralla política que la dictadura ha construido para separar a las familias cubanas.
Mientras tanto, los abrazos seguirán ocurriendo en aeropuertos extranjeros, las lágrimas se seguirán derramando en terminales ajenas, y el pueblo seguirá esperando el día en que pueda reencontrarse en una Cuba libre, sin miedo y sin aduanas del alma.