En un país donde cocinar es una odisea, cargar el celular es un lujo y dormir sin ventilador es una tortura, el anuncio de que Venezuela aumentó sus envíos de petróleo a Cuba suena como una buena noticia… pero no lo es tanto. En julio, Caracas envió a la Isla unos 31,000 barriles diarios (bpd) de crudo y derivados, lo cual es un subidón si lo comparamos con los 8,000 bpd del mes anterior. ¿El problema? Sigue siendo insuficiente para sacar a los cubanos del apagón eterno.
Según reportó la agencia Reuters, los cargamentos incluyeron crudo, gasolina y hasta combustible para aviones. Pero aunque eso suene muy sofisticado, en el barrio la realidad no cambia: cortes de luz por horas, estufas eléctricas fundidas del sobreuso y el país entero cruzando los dedos para que no haya apagón en medio de una cirugía o un examen en la escuela.
El ministro de Energía, Vicente de la O Levy, dijo en mayo que “tenemos una fórmula con Venezuela”… pero no soltó ni un solo detalle. Según él, no quieren decir mucho por miedo a las sanciones internacionales. Lo que sí queda claro es que esa fórmula está más escondida que el pan en las panaderías estatales.
Mientras tanto, la Unión Eléctrica sigue lanzando partes diarios que más parecen parte de una telenovela de terror: este lunes reportaron un déficit de generación de más de 1,700 megavatios. ¿Qué significa eso? Que la “generación distribuida” —esa que depende del combustible importado— está al borde del colapso, y tú te quedas sin luz aunque hayan subido los envíos desde Caracas.
Lo triste es que ni con este “incremento” se alcanza lo que alguna vez prometieron Chávez y Fidel: 55,000 bpd como mínimo, y en sus años dorados, hasta más de 100,000 bpd llegaron a cruzar el mar. Hoy, eso parece ciencia ficción.
Mientras el petróleo que sale de Venezuela sigue yéndose casi todo para China (un 95%, nada menos), La Habana se conforma con lo que le toca del reparto. Aunque los titulares digan “mejoras en camino”, en la calle la gente solo ve promesas que no iluminan, discursos que no prenden bombillos y barriles que llegan… pero no alumbran.
Y por si fuera poco, el propio ministro De la O Levy admitió que Cuba debería importar cinco millones de toneladas de combustible al año, pero que ahora mismo solo están usando “crudo de importación”. La producción nacional, como muchas cosas en la Isla, se ha desplomado.
Así que, mientras los grandes se reparten el petróleo, el cubano de a pie sigue peleando con su abanico, inventando con el hornillo y mirando al cielo a ver si al menos la brisa ayuda.