La Unión Eléctrica de Cuba (UNE) volvió a sacar pecho este lunes con un anuncio que, para muchos cubanos, suena más a burla que a promesa: la sincronización de 25 parques solares al Sistema Electroenergético Nacional (SEN). Según ellos, esta movida forma parte de un plan que, al menos sobre el papel, busca generar más de 2,000 MW de energía limpia en la isla.
Pero lo que suena bonito en los comunicados oficiales, choca de frente con la crudeza del día a día cubano: los apagones interminables, el calor insoportable sin abanico, y la impotencia de ver cómo el país se apaga, literalmente, mientras la cúpula del poder sigue con sus cuentos.
Mucho sol, poca luz en la casa
En una publicación en Facebook, la UNE aseguró que estos parques solares aportan más de 2,000 MWh diarios, con una potencia pico de 500 MW justo al mediodía, cuando el sol pica que da miedo. Y aunque las cifras parecen impresionantes, la realidad en la calle dice otra cosa.
Los apagones siguen a la orden del día, con cortes de hasta 12 horas en algunas provincias. Las plantas térmicas del país —viejas, rotas y sin mantenimiento— no dan más. Y la red eléctrica nacional parece estar sostenida con alambres y milagros. Todo esto, mientras el régimen insiste en vendernos la imagen de una Cuba rumbo al desarrollo energético.
“Esperanza” para las redes, no para el pueblo
Con una cursilería propia del noticiero oficial, la UNE soltó que “la energía solar no solo ilumina hogares, también alimenta la esperanza de millones de cubanos”. Pero en los barrios, la gente sabe que esa esperanza no enciende una bombilla, ni hierve el café de la mañana.
Mientras la dictadura habla de sol y paneles, en muchas casas cubanas lo único que abunda es la oscuridad, el calor y la frustración. No hay corriente, no hay comida, y mucho menos soluciones reales. Los cubanos no quieren discursos inspiradores, quieren electricidad para vivir con dignidad.
Excusas viejas, culpas ajenas
Ya es un clásico: todo lo malo que pasa en Cuba, según el régimen, es culpa del “bloqueo yanqui”. Pero ¿hasta cuándo seguirán repitiendo esa muela? Lo cierto es que el gobierno lleva décadas sin mover un dedo para reformar su sistema energético ni para modernizar su infraestructura. Mientras tanto, los que pagan los platos rotos son los de siempre: el pueblo.
Los avances en energías renovables, que deberían ser motivo de celebración, terminan convertidos en otra cortina de humo. Porque no basta con tener parques solares si la inversión va a medias, la transparencia brilla por su ausencia, y el sistema entero está podrido desde adentro.
La Cuba del futuro no puede construirse con los mismos de siempre, ni con paneles solares que solo sirven para adornar titulares.