El cubano Miguel Ángel Aguiar Forten, exintegrante del equipo nacional de Taekwondo, fue asesinado a tiros en Curitiba, al sur de Brasil, en un crimen que ha dejado más preguntas que respuestas sobre sus últimas horas de vida en el exilio.
El ataque ocurrió alrededor de la 1:45 a.m. del 27 de julio en el municipio de São José dos Pinhais, dentro del área metropolitana de Curitiba. Fuentes policiales detallan que un automóvil blanco habría pasado dos veces por el lugar antes de abrir fuego, en lo que aparenta ser una emboscada premeditada. Aguiar Forten recibió un disparo en la cabeza y murió al instante.
Otro hombre que lo acompañaba, aún sin identificar, intentó escapar hacia un terreno baldío, pero fue alcanzado por dos tiros también en la cabeza. Cuando llegaron los equipos de emergencia del SIATE, ambos cuerpos ya estaban sin vida. Tras el tiroteo, los agresores escaparon en dirección a la autopista BR-277 y, hasta el momento, no han sido capturados.
Como parte de las piezas inquietantes del caso, se supo que horas antes del doble homicidio Miguel Ángel y su acompañante habían sido interceptados por la Guardia Municipal, bajo la sospecha de estar robando cables eléctricos, una sospecha que finalmente no se confirmó. Según las declaraciones del jefe policial Fábio Machado, “los identificaron, verificaron que no estaban robando nada y los dejaron ir. Luego aparecieron muertos”. Ese detalle despertó la duda de si fueron seguidos, marcados, o simplemente terminaron en el lugar equivocado a la hora equivocada.
Miguel Ángel, inmigrante cubano en Brasil y exatleta de alto rendimiento, se encontraba desempleado al momento del crimen, aunque estaba por comenzar un nuevo trabajo, según fuentes policiales. Las autoridades ya han contactado a familiares en Cuba y Miami para intentar reconstruir su trayectoria migratoria y detectar si estaba involucrado en algún conflicto que pudiese explicar un ajuste de cuentas.
Con pocos testigos directos y unos asesinos que desaparecieron en la madrugada, la investigación avanza lentamente, mientras se revisan cámaras de seguridad y se entrevista a amigos y conocidos del deportista asesinado. La tragedia no solo enluta a su familia, sino que vuelve a poner sobre la mesa la situación de vulnerabilidad y riesgo que enfrentan muchos cubanos emigrados, obligados a salir del país por la miseria y el autoritarismo, solo para encontrarse expuestos a nuevas amenazas fuera de la Isla.
Hasta el cierre de esta nota, la policía brasileña no ha ofrecido una hipótesis oficial del móvil ni ha reportado detenciones vinculadas al caso.