La tragedia volvió a sacudir las calles de Contramaestre, en la provincia de Santiago de Cuba, donde un humilde cochero fue brutalmente embestido por un auto marca Audi que, según testigos, volaba bajito por la carretera de Maffo.
La víctima, que se ganaba la vida como muchos en esta Cuba del atraso —con su carreta y su caballo—, terminó en estado crítico, con heridas graves que lo mantienen entre la vida y la muerte. El accidente ocurrió en una de esas subidas donde todavía es común ver carretas de tracción animal, porque en este país congelado en el tiempo, el desarrollo parece un mito.
El golpe fue tan brutal que la carreta quedó hecha trizas y el caballo murió en el acto, mientras el cochero quedó tirado en el pavimento, desangrándose, ante la mirada impotente de los vecinos.
Testigos aseguran que el vehículo era conducido por dos jóvenes recién llegados de Estados Unidos, quienes iban a toda mecha, con la música alta y, para colmo, borrachos como cubas. La irresponsabilidad al volante, mezclada con la arrogancia del que llega con dólares y poder, terminó en desgracia.
En medio de la conmoción, un vecino soltó una frase que lo dice todo: «Aquí el que tiene dinero hace lo que le da la gana y no pasa nada». Y así mismo es. En este sistema podrido, donde reina la impunidad y todo se compra con billetes, los poderosos se pasean como reyes mientras el pueblo paga las consecuencias.
El cochero fue trasladado de emergencia a un hospital cercano, donde sigue en estado delicado. Pero ni una palabra oficial han soltado las autoridades. Ni sobre el estado del hombre, ni sobre los autores del accidente. Silencio cómplice. El mismo silencio al que nos tienen acostumbrados cada vez que la justicia debería ponerse los pantalones.
En las redes, el caso ha explotado. Cubanos dentro y fuera de la Isla están indignados, exigiendo justicia y preguntándose hasta cuándo se va a permitir que se maneje borracho y se mate impunemente. Pero ya sabemos cómo funciona la cosa: si los culpables tienen padrinos o dólares, el castigo nunca llega.
Este no es un hecho aislado. Es otro ejemplo más del abandono total que sufre el pueblo, de una Cuba donde los humildes se parten el lomo por sobrevivir mientras otros se pasean con Audis, atropellan y siguen como si nada. Porque cuando el sistema es ciego ante el abuso, lo único que florece es la injusticia.