Cuando pensábamos que ya nada nos podía sorprender del oficialismo cubano… ¡zas! Aparece Lis Cuesta con una jugada que huele a estrategia más que a coincidencia. La funcionaria cultural (y esposa del presidente Miguel Díaz-Canel) anunció en su cuenta de X que el cantante Israel Rojas, líder de Buena Fe, será parte de su aula en el Instituto Superior de Arte (ISA) para un debate sobre Industrias Culturales.
¿Y cuál es el problema? Que el anuncio llegó justo un día después de que Israel se metiera en el ojo del huracán por una entrevista donde, según muchos, intentó suavizar su discurso y lavarse un poco la cara sin salirse del guión del régimen. Todo demasiado bien calculado, ¿no?
En su mensaje, Lis Cuesta escribió: “He tenido feliz y productivo intercambio con Israel, de B.F. Estará en mi aula en el ISA”, y remató diciendo que la carrera de Gestión Cultural se honra con “creadores que rompen barreras y tienen mucho que aportar”. Pero el timing no pasó desapercibido. Porque las redes aún ardían con las críticas hacia Israel cuando ella soltó esa perlita.
La entrevista de Rojas fue publicada por el canal de YouTube de La Joven Cuba y dejó a más de uno rascándose la cabeza. Habló de reconciliación nacional, sugirió indultos para presos del 11J… pero sin mencionar la palabra “represión”, ni tocar los abusos del gobierno. Para alguien que ha defendido abiertamente al régimen y negado la existencia de presos políticos, este “nuevo tono” sonó más a ensayo que a despertar de conciencia.
Israel ha sido uno de los artistas más leales al oficialismo. Ha llamado “confundidos” a los manifestantes del 11J y ha justificado su represión. En 2023, cuando le preguntaron si había presos políticos en Cuba, respondió: “Que yo conozca, no”. Así que su repentino giro dejó más dudas que esperanzas. ¿Cambio real o simplemente un reposicionamiento táctico?
Y justo ahí entra Lis Cuesta como “la salvadora”. Sumando a Rojas al ISA, lo reintroduce al círculo cultural con un barniz académico. Pero muchos lo ven como parte de una estrategia vieja: reciclar figuras gastadas sin tocar al sistema, dándoles visibilidad mientras se margina a los artistas que sí se atrevieron a decir lo que duele.
Además, hay que decirlo: Lis Cuesta no es una funcionaria cualquiera. Ha pasado de gestora cultural a primera dama no oficial, acompañando a Díaz-Canel en sus giras y defendiendo el castrismo en redes con frases tan memorables como “dictador de mi corazón”. También ha minimizado la crisis energética con comentarios que sacaron chispas.
Su intento por pintar el ISA como un espacio de debate suena irónico, cuando tantos artistas han tenido que exiliarse, callarse o aguantar censura por no bailar al ritmo del Partido. Mientras tanto, Israel Rojas entra por la puerta grande. ¿Coincidencia? No lo parece.