Los hospitales de varias provincias cubanas han comenzado a reactivar salas especiales para pacientes con síntomas compatibles con la COVID-19, luego de registrar un aumento sostenido de ingresos por afecciones respiratorias.
Aunque el Ministerio de Salud Pública guarda silencio —como ya es costumbre—, profesionales del sector reconocen que crecen los casos asociados a la variante XFG, descendiente de Ómicron, con alta capacidad de contagio incluso en personas que no presentan síntomas visibles, según revelaciones del portal oficialista Radio Mambí.
Ante este panorama, se ha emitido un llamado urgente a retomar el uso del nasobuco en lugares cerrados, ómnibus, centros laborales y espacios concurridos, así como a evitar aglomeraciones, lavarse las manos con frecuencia y acudir de inmediato al médico ante cualquier señal respiratoria, por “pequeña que parezca”.
La cepa XFG suele manifestarse con ronquera, fiebre leve, tos seca, dolor de garganta y malestares digestivos, lo que complica su diagnóstico temprano por confundirse con virus respiratorios corrientes.
El rebrote empieza a sentirse también en provincias como Sancti Spíritus, donde las autoridades ordenaron el uso obligatorio del nasobuco dentro de hospitales y consultorios, a raíz del aumento de las llamadas Infecciones Respiratorias Agudas (IRA). Según explicó la doctora Yurién Negrín Calvo al medio Escambray, han visto un repunte preocupante, especialmente en niños menores de un año y ancianos, aunque insisten en que “entra dentro de lo esperable” para esas edades.
El doctor Francisco Durán, principal vocero del sistema sanitario cubano, reconoció públicamente que “es muy probable que ya esté circulando” la variante XFG —conocida como Stratus—, detalle que disparó la alarma en redes sociales y llevó a varios centros de trabajo a endurecer sus protocolos sanitarios internos.
Aunque no se ha “decretado” oficialmente una nueva ola, los movimientos dentro de hospitales y la reactivación de salas especializadas revelan que el régimen se prepara silenciosamente ante un posible rebrote. Durán insiste en que las vacunas cubanas siguen brindando protección, pero pide a grupos vulnerables completar sus esquemas y acudir a los refuerzos disponibles.
Mientras tanto, los cubanos, agotados de crisis sobre crisis, observan con preocupación cómo el fantasma del COVID-19 vuelve a merodear, en medio de un sistema sanitario asfixiado, sin recursos y sometido a una gestión incapaz de brindar confianza al pueblo que asegura proteger.
