En su ya tradicional aparición televisiva, Francisco Durán García, el director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (MINSAP), volvió a salir este miércoles con su libreto habitual: mucha calma, pocas cifras y nada de autocrítica. Esta vez, para hablar del panorama epidemiológico en Cuba, un tema que, dicho sea de paso, cada vez preocupa más a la gente… aunque el régimen insista en maquillarlo.
Durán admitió que el dengue sigue siendo la arbovirosis más complicada que circula en el país. Reconoció que hay dos personas reportadas como graves, pero, como es costumbre, no dijo dónde están ni dio más detalles. Su consejo fue el de siempre: “Si tiene fiebre, vaya al médico para que definan la conducta a seguir”. Palabras bonitas que chocan con la realidad de policlínicos abarrotados, escasez de medicamentos y demoras interminables para recibir atención.
Actualmente, el dengue está presente en seis provincias, siete municipios y siete áreas de salud. Sin embargo, el virus del Oropouche ha logrado mayor expansión: 11 provincias, 23 municipios y 28 áreas de salud. Aun así, Durán aseguró que sus síntomas suelen ser menos graves que los del dengue.
También habló del chikungunya, que sigue activo en dos consejos populares del municipio Perico, en Matanzas. Esta enfermedad, explicó, provoca fiebre y fuertes dolores en tobillos y rodillas, pero “no suele generar casos graves”.
Sobre el COVID-19, el doctor aplicó la misma fórmula de minimizar: negó que haya “hospitales desbordados” y dijo que no hay un aumento significativo de casos… pero otra vez sin presentar números concretos.
Lo que no dijo en su intervención —y que el pueblo conoce bien— es que muchas comunidades viven rodeadas de basura, aguas estancadas y sin fumigación desde hace años, creando el caldo de cultivo perfecto para que todos estos virus sigan propagándose. Mientras tanto, el discurso oficial se esfuerza por proyectar normalidad, como si no hubiera urgencia sanitaria.