En una Cuba desbaratada por apagones interminables, hospitales sin gasa ni jeringuillas, y un pueblo que escarba entre los basureros buscando algo que echarse al buche, hay una maquinaria bien aceitada que sigue acumulando riquezas a la sombra del desastre: GAESA, el pulpo económico de los militares.
Sí, ese mismo emporio de las Fuerzas Armadas que muchos ni sabían que existía, ha sido desenmascarado por una investigación del Miami Herald, que pone los puntos sobre las íes y muestra que, mientras la gente de a pie sobrevive con un salario que no alcanza ni pa’ un cartón de huevos, los jefes de verde olivo manejan más de 18,000 millones de dólares en activos líquidos. Así como lo lees: más que países como Uruguay o Panamá.
Los documentos filtrados —22 en total, de 2023 y 2024— son una joyita contable que deja al desnudo el descaro del régimen. Entre balances, reportes de ventas y hojas de ganancias, se destapa el funcionamiento de al menos 25 empresas controladas por GAESA, como CIMEX, Gaviota, TRD Caribe y Almacenes Universales. Todas en sectores clave: turismo, remesas, comercio, logística… El corazón de lo que queda de la economía cubana.
Un «Estado paralelo» que ni el Estado controla
Lo más escandaloso no es solo el tamaño de la fortuna, sino la impunidad con que operan. Bajo el ala protectora de Raúl Castro —sí, ese que se dice retirado pero sigue mandando desde las sombras con 94 años—, GAESA se ha convertido en un Estado dentro del Estado. No responde a nadie, no tiene supervisión, no rinde cuentas. Es como un banco central clandestino que acumula divisas mientras el país se cae a pedazos.
El economista cubano Pavel Vidal lo explicó clarito al revisar los documentos: GAESA actúa como si fuera el Banco Central, pero sin reglas, sin transparencia y con el visto bueno del poder militar.
¿Y el embargo? Pues sí, existe. Pero esta vez no se le puede echar la culpa a Washington. El dinero para evitar la ruina está ahí. Lo que pasa es que los jefes del régimen prefieren guardarlo antes que invertirlo en medicinas, comida o corriente eléctrica.
Un festín de millones mientras la gente no tiene ni luz ni aspirina
En los primeros tres meses de 2024, GAESA se echó al bolsillo más de 2,100 millones de dólares en ganancias netas. Y eso que el turismo está en el piso, con hoteles fantasmas llenos de empleados sin turistas. Pero ahí siguen invirtiendo millones en construir más habitaciones vacías, mientras el salario promedio en la isla no llega ni a 17 dólares mensuales y las pensiones no dan ni pa’ un paquete de café mezclado.
El descaro no para ahí. Resulta que GAESA no solo se embolsa millones, sino que además recibe dinero del presupuesto estatal. Sí, el mismo presupuesto que debería ir a hospitales, escuelas y electricidad. En agosto de 2024, según los papeles filtrados, el Estado cubano le transfirió a GAESA 9,260 millones de pesos, y ellos apenas devolvieron una migaja en impuestos. En dólares: cero centavos.
En otras palabras: nos exprimen por todos lados para llenar las arcas de una élite que vive como reyes mientras nos venden la historia de la “resistencia” y el “bloqueo”.
Dólares pa’ ellos, inflación pa’ nosotros
Más del 75% de toda la liquidez de GAESA está en dólares, depositados en bancos nacionales y extranjeros. Solo una parte pequeña está en pesos cubanos, esa moneda de papel que se deshace entre los dedos.
Mientras tanto, las empresas estatales no militares están quebradas, el sistema de salud da pena y el transporte es una ruleta rusa. Pero GAESA, con su política de caja fuerte y cero transparencia, se protege de la inflación y el caos que ellos mismos provocan.
Encima de eso, maquillan las cifras. En los balances mezclan pesos y dólares como si fueran lo mismo, sin tipo de cambio ni explicación. Eso infla sus cuentas, esconde su verdadero poder económico y hace imposible que alguien desde fuera entienda qué está pasando realmente.
¿Y el pueblo? Bien, gracias
Con solo 43 millones de dólares se podrían garantizar los 63 medicamentos esenciales que faltan en los hospitales. Con 250 millones se estabilizaría el sistema eléctrico. Pero GAESA, con más de 18 mil millones a su disposición, no suelta un centavo para eso.
Prefieren mantener esos fondos en su circuito cerrado de bancos como RAFIN SA, sin control ciudadano ni parlamentario, mientras la gente muere por falta de un antibiótico o sufre noches enteras sin electricidad.
El imperio financiero que sostiene la dictadura
Estados Unidos, a través de sanciones impulsadas por figuras como Marco Rubio, ha intentado cortar las alas económicas de este monstruo. Pero la prueba más contundente no la dio Washington, sino los propios documentos internos del régimen.
La realidad es que la crisis cubana no es solo producto del embargo. Es un desastre fabricado desde adentro, por una élite militar que se niega a soltar el poder y el dinero.
Fincimex: otro brazo del pulpo
Por si fuera poco, ahora se suman paradas técnicas “programadas” en Fincimex, otra empresa de GAESA, que controla las remesas, las tarjetas magnéticas y los pagos electrónicos. Entre agosto y noviembre, los lunes por la madrugada habrá interrupciones en el servicio, afectando transacciones en MLC y dólares. Dicen que es para “mejorar el sistema”, pero el pueblo no se traga el cuento.
Con una economía dolarizada a la fuerza, una inflación galopante y un proceso de bancarización que solo ha generado más burocracia y comisiones, los militares lo controlan todo: el dinero que entra, el que se va y el que nunca aparece.
Conclusión: Cuba no está quebrada. Está saqueada
Mientras los medios oficialistas hablan de resistencia heroica y culpan al “imperialismo yanqui”, los documentos revelan la verdadera causa del desastre: una élite corrupta y militarizada que convirtió a Cuba en su finca privada.
El futuro del país seguirá hipotecado mientras GAESA concentre el poder económico sin control civil, sin transparencia y sin rendición de cuentas. Ese dinero no les pertenece. Es del pueblo cubano. Y tarde o temprano, deberá devolverse.
