Un camión Freightliner de esos que impresionan a cualquiera por su tamaño y potencia acabó patas arriba en plena Autopista Nacional de Cuba. Las imágenes, compartidas por el grupo de Facebook Accidentes Buses & Camiones, muestran la triste escena: el gigante de acero volcado de lado, con cajas plásticas esparcidas por la cuneta como si fueran fichas de dominó. Un espectáculo que deja claro que la modernidad no sirve de mucho si el camino es una trampa.
Aunque todavía no se sabe exactamente qué causó el accidente ni si hubo heridos, lo que sí es evidente es el desastre que quedó. La cabina del camión tiene daños serios, y el remolque también salió mal parado. Y eso sin hablar de la carga perdida y del susto que, con seguridad, se llevó el chofer.
Este no era cualquier camión. Hablamos de un Freightliner, importado desde Estados Unidos, como parte de esos esfuerzos que están haciendo tanto el Estado como los emprendedores privados para renovar un parque automotor que en Cuba ya da pena ajena. Pero claro, puedes tener el mejor camión del mundo… y si lo tiras por una carretera cubana, es como ponerle zapatos nuevos a alguien con los pies rotos.
El problema es que estos camiones están hechos para autopistas amplias, bien pavimentadas, con buena señalización y mantenimiento regular. Justo lo contrario de lo que abunda en la red vial cubana. Calles con huecos, curvas sin avisar, señalización ausente y un pavimento que parece más un campo de batalla que una vía de transporte.
Y lo peor es que esto no es un caso aislado. En los últimos meses, han ocurrido accidentes similares con otros camiones de importación. En enero, por ejemplo, una rastra cargada de pollo se volcó en Guanabacoa. El incidente generó alarma porque ocurrió en plena crisis alimentaria. Y en noviembre de 2024, una rastra arrendada por la cervecera Tínima también terminó volcada en Camagüey. En ambos casos, se habló de carreteras en mal estado, curvas peligrosas y falta de condiciones para este tipo de transporte.
También se han reportado accidentes en Sancti Spíritus, Las Tunas y Ciego de Ávila. En casi todos los casos, se repite el mismo guion: camiones modernos, carreteras obsoletas, y un entorno vial que parece no estar preparado ni para bicicletas, mucho menos para vehículos de carga pesada.
Las autoridades aseguran que los accidentes han disminuido, pero los hechos muestran otra realidad: cuando la tecnología choca con la desidia, el resultado suele ser un accidente. Y en este caso, también una reflexión: ¿de qué sirve importar camiones de primer nivel si las carreteras siguen en el tercer mundo?
