Una supuesta intoxicación alimentaria en el lujoso hotel Iberostar Selection Varadero ha desatado tremenda ola de críticas, sobre todo desde Rusia, luego de que el canal de Telegram SHOT lanzara la alarma. La denuncia se regó como pólvora entre los principales medios rusos, dejando al descubierto otro capítulo vergonzoso del turismo en Cuba bajo un régimen más preocupado por maquillar la realidad que por cuidar a sus visitantes.
Todo apunta a que el problema comenzó tras una cena donde los protagonistas fueron camarones y salmón a la parrilla, servidos con más pinta de ruina que de plato gourmet. Según reporta SHOT, varios turistas empezaron a sentirse mal a las pocas horas, presentando síntomas de libro: dolor abdominal, vómitos, fiebre… lo típico cuando uno se mete un alimento pasado por agua y por desidia.
«Los mariscos ya se veían sospechosos desde que los sirvieron», dijeron algunos huéspedes citados en el canal. Pero, como ya es costumbre en la isla, en vez de buscar soluciones, el personal del hotel se lavó las manos como Poncio Pilatos, atribuyendo el malestar a una supuesta “aclimatación a la gastronomía cubana”. Una burla más del sistema turístico cubano, que prefiere negar antes que actuar.
La noticia se disparó en medios rusos
El escándalo no se quedó en redes. Pronto medios reconocidos como Gazeta, RBC, TASS y Vechernyaya Moskva empezaron a recoger testimonios y consultar con especialistas. Uno de ellos, el gastroenterólogo Nikita Kharlov, advirtió que consumir mariscos en mal estado puede ser muy peligroso, y que una intoxicación mal atendida puede llevar hasta la muerte por deshidratación severa.
Pero mientras los medios rusos se movían para esclarecer los hechos, las autoridades cubanas, fieles a su costumbre, salieron al paso negándolo todo. La Embajada de Cuba en Rusia soltó que la información era falsa y que todo había sido verificado, una afirmación más que suena a cuento mal contado.
El consulado ruso en La Habana, por su parte, también intentó apagar el fuego, diciendo que no habían recibido quejas formales. Lo mismo repitieron las compañías de seguros y organismos turísticos involucrados, que insistieron en que nadie había solicitado atención médica por intoxicación.
¿Desinformación o encubrimiento?
Como suele pasar en estos casos, las versiones se cruzan y las verdades se diluyen. Mientras unos turistas afirmaban haber sufrido un infierno después de cenar en el hotel, otros salían en defensa del menú caribeño, asegurando que habían comido mariscos sin problemas.
Una usuaria, desde el mismo hotel, escribió en redes que todo estaba riquísimo y que no había visto a nadie enfermo. Pero eso no hace más que alimentar la sospecha de que el régimen y sus aliados están barajando la historia a su conveniencia, como ya han hecho tantas veces.
La realidad es que no hay claridad oficial sobre cuántas personas resultaron afectadas ni qué medidas reales se tomaron. Nadie ha publicado resultados médicos, ni los organismos turísticos han dado la cara con datos concretos. Todo queda en un mar de dudas, como casi todo en la Cuba controlada por un sistema que prefiere esconder la basura bajo la alfombra que asumir responsabilidades.
Un modelo turístico en decadencia
Este episodio pone de nuevo en el centro del debate la falta de transparencia del turismo en Cuba, un sector que, lejos de ser la joya de la corona, se tambalea entre el abandono y el encubrimiento. Y aunque intenten venderle al mundo la imagen de “paraíso caribeño”, la verdad es que ni los hoteles cinco estrellas se salvan del deterioro que provoca una dictadura que lo destruye todo, hasta el servicio.