En Cuba, hablar de ETECSA es casi sinónimo de hablar de abuso, desconexión y descaro oficial. Esta semana, el monopolio de las telecomunicaciones volvió a encender la chispa de la indignación al anunciar una nueva “promoción” de recarga internacional… que más bien parece un asalto con guante blanco.
Según su propaganda oficial, la oferta estará activa del 11 al 16 de agosto y dará 25 GB para todas las redes, más datos “ilimitados” de medianoche a 7 a.m., válidos por 35 días. Pero aquí está el truco: ahora el mínimo para acceder es de 600 CUP, un aumento que cayó como balde de agua fría en las redes sociales.
La gente no se guardó nada. “¿No era a partir de 500? ¡Qué descaro!”, escribió un usuario. Otros calificaron la medida de “burla” y “cinismo”, recordando que la conexión ya es pésima y que con los apagones ni siquiera se puede aprovechar lo que se compra. Una maestra en Facebook resumió el sentir colectivo: “Suben el precio, el servicio sigue igual… y todavía se atreven a llamarlo promoción”.
Muchos denunciaron que, a pesar de pagar por datos, ni siquiera logran conectarse. Otros ironizaron con que ETECSA merece un “Premio Guinness” por generar más quejas que soluciones. El sentimiento es claro: la empresa actúa como un aparato de recaudación, no como un servicio público.
La indignación no es gratuita. Ya en meses recientes, ETECSA había provocado malestar al subir el mínimo de recargas internacionales, con lo que se embolsó más de 24 millones de dólares en apenas 46 días. Todo esto mientras culpa de sus precios al fraude en recargas y presume haber desmantelado redes ilegales, pero sin mostrar ni una sola mejora visible en infraestructura o estabilidad.
Los analistas independientes ven detrás de este discurso un patrón: dolarización encubierta y control político de las telecomunicaciones. Y las cifras internas lo confirman: la recaudación por línea móvil se desplomó de 133 dólares anuales en 2018 a solo 31 en 2024. Pero, misteriosamente, el destino de los millones que siguen entrando es un secreto bien guardado.
Para colmo, ETECSA limita las recargas nacionales a 360 CUP cada 30 días y aplica una tasa de cambio ficticia que devalúa el dólar a menos de 25 pesos cubanos. Todo apunta a lo mismo: forzar a los cubanos del exterior a enviar más remesas en divisas duras para sostener la maquinaria del régimen, que convierte hasta la conexión a internet en un lujo.
En un país donde comunicarse con la familia es un derecho vital, ETECSA lo ha transformado en un privilegio caro, con un control férreo y precios que dejan claro que el “socialismo” que pregonan solo beneficia a quienes están en la cima.