Parece que la polémica no los detiene ni con una grúa. En medio de todas las críticas que han recibido por su gira en Cuba, los reguetoneros Dany Ome y Kevincito El 13 ya tienen su próximo movimiento listo: cerrar el verano en el mismísimo Varadero, pero no en cualquier parte… sino en el exclusivo Hotel Resonance, un lugar donde la mayoría de los cubanos solo pueden entrar en fotos de Google.
La cita será del 22 al 24 de agosto y forma parte del evento “Cierre del Verano 2K25”, un festival organizado por PMM y Fiesta Havana que también contará con otros nombres fuertes del género como Yomil y Ja Rulay.
Varadero, lujo y desconexión del cubano de a pie
No es casual que hayan escogido Varadero como escenario. Es la joya turística de Cuba, pero con precios tan altos que la gran mayoría de los cubanos ni sueñan con ir. En un país donde los salarios apenas alcanzan para lo básico, ver este tipo de fiestas en lugares de lujo es, para muchos, como ver un banquete en medio de un barrio apagado por falta de luz.
El origen de la tormenta
Todo este alboroto viene desde hace semanas, cuando Dany Ome y Kevincito se presentaron en un concierto en Santiago de Cuba como parte de las celebraciones del 26 de julio. El problema no fue solo la fecha, sino que entre el público estaba ni más ni menos que Guillermo Rodríguez Castro, alias El Cangrejo, nieto de Raúl Castro, disfrutando del show como cualquier fan.
Las imágenes se regaron como pólvora en redes sociales y provocaron una ola de críticas. Muchos cubanos los acusaron de viajar desde Miami para colaborar con la propaganda del régimen, justo en medio de una crisis brutal marcada por apagones interminables y una escasez que no da tregua.
Cero freno y más controversia
Lejos de calmar las aguas, los artistas siguieron con su gira como si nada, sumando más fechas y ahora este “cierre de verano” en una instalación hotelera que parece sacada de otro mundo para el cubano promedio. Un contraste que no hace más que evidenciar las enormes desigualdades del país y cómo algunos espectáculos parecen vivir completamente desconectados del sentir de la gente en la calle.